El concepto de resiliencia proviene de diversas ciencias: ecología, psicología o resistencia de materiales, actualmente lo aplicamos a ciertos aspectos de la vida, incluyendo, la ciudadanía. Bajo esta línea, la Real Academia la define como: “1.f. Capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos. 2. f. Capacidad de un material, mecanismo o sistema para recuperar su estado inicial cuando ha cesado la perturbación a la que había estado sometido.” Entonces se deduce, que la resiliencia es una capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límites y sobreponerse a ellas, en criollo como dirían los llaneros “El llanero es del tamaño del compromiso que se le presenta”, o aquellos clásicos mexicanos “aguantar vara a pesar de las adversidades”, es decir, tener actitud de pasar la página y empezar de nuevo.
Sin lugar a dudas, los portugueseños tenemos en nuestro ADN un gen de resiliencia, heredado de nuestros ancestros: mujeres y hombres honestos, nobles trabajadores, guerreros, por ello, hemos podido aguantar en estos últimos 20 años una deficiencia progresiva de los servicios públicos en el ámbito de salud, educación, transporte, electricidad, agua, y ahora se suma, la falta de alimentos básicos, medicinas, percibiendo un ambiente de desidia, ingobernabilidad, desinstitucionalización.
Puntualmente, la salud es otro determinante social en la calidad de vida, actualmente se encuentra GRAVE EN TERAPIA INTENSIVA, así en mayúsculas. Recientemente, se reportó un incendio en el Hospital “Jesús María Casal Ramos”, de Acarigua, según información del cuerpo de bomberos de la entidad, se habría iniciado en el segundo piso del centro asistencial, en un área desocupada, restringida al público, los pacientes fueron evacuados, mientras que los neonatos se trasladaron al Materno Infantil José Gregorio Hernández, ante esto se registraron daños materiales, aunque hoy día las causas del siniestro se desconocen (carencia de gestión y gerencia).
Sin olvidar, que en el IVSS Materno Infantil José Gregorio Hernández, la población infantil juvenil aunque son atendidos humanitariamente por médicos dedicados, es frecuente que no se les pueden realizar los exámenes de laboratorio, porque la institución no cuenta con ese servicio, y sus familiares no pueden sufragarlos por sus elevados precios, violentando su derecho a la vida, salud y servicios de salud (artículos 15 y 41 de la LOPNNA). Por otro lado, las operaciones se canalizan bajo la modalidad electiva, cuando algún médico anestesiólogo bondadoso te preste la colaboración, algunos ya jubilados están apoyando de forma gratuita para ellos un reconocimiento humano; sin contar que los traslados son una odisea porque no hay ambulancia. Aunado a esta realidad, quienes somos pacientes con enfermedades crónicas, desde hace dos años aproximadamente dejamos de recibir nuestras medicinas de alto costo, conozco pacientes quienes han fallecido por carencia de sus tratamientos, mientras que otros, incluyéndome, procuramos resolver buscando una que otra alternativa.
Ante esta adversidad, tenemos dos opciones: seguir aguantando o exigir lo que nos corresponde por Derecho, decidir despertar, levantarnos y hacer valer nuestra voz. Allí una gran diferencia. Nos preguntamos ¿Cómo lo hacemos? Desde nuestros espacios, documentando, difundiendo y denunciando, haciendo incidencia pública a cada derecho o garantía violentada, mediante el activismo ciudadano.
