Es importante expresar, que las instituciones educativas son un reflejo de la sociedad donde se encuentran inmersas, el punto de encuentro de un sinnúmero de intereses, expectativas, experiencias, culturas, personalidades, entre otros aspectos que conforman la individualidad en cada ser humano, no obstante, aquellas diferencias que nos hacen únicos, muchas veces son causales de diversas situaciones intolerantes o agresivas exhibidas en las instituciones educativas.
De acuerdo a la experiencia de Rodino (2012), “las agresiones verbales, físicas, psicológicas, casos de bullying o matoneo escolar, se presentan a menudo en los establecimientos educativos debido a circunstancias de discriminación cultural, racial, social, corporal, entre otros.” (p. 13). Aunado a esto, generalmente las instituciones educativas por falta de capacitación o carencia de personal especializado para afrontar estas problemáticas, como psicólogos, orientadores, defensor educativo o docente de disciplina, este tipo de situaciones son abordadas como casos aislados, dejando de profundizar aspectos de fondo que motivan a los alumnos desarrollar este tipo de actitudes.
Entonces, asumir el conocimiento de los Derechos Humanos y sus implicaciones, es la mejor opción a nivel institucional para abordar problemáticas planteadas a partir de procesos de investigación que permitan visualizar causas o aspectos que inciden de manera determinante en el comportamiento de los estudiantes dentro y fuera del aula de clase. Sin duda alguna, los derechos humanos en el contexto escolar deben contribuir a una formación de valores, como sujetos sociales de derechos que respondan a los principios de respeto, igualdad, diversidad, participación en los ámbitos democráticos de la sociedad, fortalecimiento de garantías, porque permitirá identificar tanto las acciones como las condiciones donde se hace efectivo o no el cumplimiento de tales derechos.
Es importante reconocer, que una pedagogía centrada en derechos humanos parte de la base de concebir la justicia desde un modelo de cultura para la paz. En este sentido, para Misle (2015) la ciencia política y principio de justicia deben estar sustentados en el “respeto a las libertades individuales, defensa del bien colectivo el cual sirve para fundamentar una acción educativa que tienda a propiciar escenarios de comprensión de la realidad social.” (p.24)
En correspondencia con esta posición educativa, entender la vivencia de derechos humanos en las instituciones educativas, obligan comprender las experiencias internas de cada miembro de la comunidad educativa que hacen vida en ellas, es decir, cada persona tiene un conocimiento distinto con igual mérito e importancia, me encontré distintos modos de resolver conflictos, actitudes para asumir plenamente el ejercicio de alguna garantía que les asista, diferentes manera de interrelacionarse entre pares o reconocimiento del otro, percepción de la convivencia diaria donde obligatoriamente están involucrada la familia y comunidad.
Esta visión se corrobora, con la posición del proyecto de Amnistía Internacional Colegios Amigos de los Derechos Humanos (2009), dedicada a empoderar a los niños, niñas y adolescentes para conocer sus derechos humanos, responsabilidades, protejan y defiendan sus derechos como los de otras personas, basándose en valores de igualdad, respeto, participación, reconocimiento, ausencia de discriminación. En esta línea pronuncian lo siguiente:
La vivencia de estos derechos van más allá de las aulas, se dirige a la comunidad entera con el fin de cambiar el pensamiento de la gente y lograr su participación activa a la hora de abordar cuestiones que afecten su integridad como garantías. Se basa en la creencia, de que al aumentar el conocimiento, cambian los comportamientos y actitudes de comunidades enteras, esto hace posible una cultura global de los derechos humanos. (p.4)
Parafraseando lo explicado antes, se desprende que cada centro educativo tiene el control creativo respecto a cómo integrar la enseñanza y vivencia de derechos humanos, teniendo en cuenta el marco del sistema educativo nacional, contexto sociocultural donde está situado, en virtud de ello, impulsar la creatividad e innovación para orientar cada actividad, destaca que la educación en derechos humanos representa un medio fundamental para inculcar conocimiento, aptitudes, actitudes y valores que pueden abrir esa nueva una cultura de convivencia. De tal modo, que Amnistía Internacional (2009) define vivencia de los derechos humanos como:
Una atmósfera en la cual todos los miembros de una comunidad comprenden, valoran y protegen los derechos humanos, donde los valores de igualdad, dignidad, respeto, participación y ausencia de discriminación son la base para los procesos de toma de decisiones en la comunidad. (p.8)
Por todo lo antes presentado, uno de nuestros propósitos fue brindar información, estrategias, orientación, acompañamiento, apoyo a los docentes donde conocieron manejaron, aplicaron elementos esenciales que les permitió llevar a cabo la implementación o promoción de derechos humanos, cultura de paz y buen trato, porque ayudarán a construir valores fundamentales mejorando la calidad de vida estudiantil mediante el cambio actitudinal que la vivencia de los derechos humanos favorece en la socialización de las nuevas generaciones, por ende, prepara los alumnos con miras a tornarse en miembros activos comprometidos con la sociedad ante la desigualdad e injusticias.
En definitiva, la enseñanza en derechos humanos empodera al docente para fomentar ese conocimiento mediante diversas actividades didácticas en las materias que imparten, por tanto, requiere prestar la debida atención a cada etapa de desarrollo del dicente, contexto social y cultural, esto dará significado asertivo en ellos. En resumen, lo ideal sería establecerse como asignatura porque permitirá establece una cultura de los derechos humanos, incorporándola al Currículo Básico Nacional, motivado que en la práctica este tema se trata esporádicamente.