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Una Mirada en la crianza de Niños, Niñas y Adolescentes en Venezuela desde una Perspectiva de la Educación para Padres

Por: Yadira Mora

La adolescencia es un proceso de transición entre la infancia y la vida adulta, entre la dependencia/tutela familiar y la incorporación a la sociedad con plenos derechos, proceso que en las sociedades agrarias tradicionales era superado a través de ritos iniciáticos que significaban el paso inmediato de la infancia al sistema productivo mientras que en las sociedades industriales se ha ido prolongando artificialmente hasta llegar a formar la “segunda década de la vida”, alargando los procesos educativos y retrasando el momento de adquisición de la autonomía personal.

Este espacio y tiempo, tiene que ver con algunos de los problemas y necesidades que presentan los adolescentes actuales.

Los fenómenos biológicos más importantes que marcan el proceso adolescente son dos: el crecimiento y desarrollo corporal, y la aparición de los caracteres sexuales secundarios.

Si bien la pubertad comienza con cambios biológicos, es su significado psicológico y social el que determina la experiencia adolescente. En este sentido y siguiendo una visión evolutiva de la adolescencia, podemos dividirla en tres etapas: primera adolescencia de los 10 a los 14 años, adolescencia media de los 15 a 17 años y adolescencia tardía de los 18 a los 21 años, que definen lo que podemos considerar el cambio normal en el desarrollo psicosocial de los adolescentes y que tiene que ver con las tareas o problemas que se deben resolver en el período que abarca la segunda década de la vida humana.

La adolescencia actual aparece como una categoría estirada cronológicamente hacia ambos extremos. Hacia la infancia porque, como consecuencia de las mejoras en el nivel de vida y de la alimentación, la maduración fisiológica hormonal tiende a adelantarse; y hacia la juventud como consecuencia del estiramiento del periodo de preparación y formación y por las escasas oportunidades que encuentran los jóvenes para insertarse socialmente en el mundo adulto. Esta demora en el proceso de emancipación puede provocar una prolongación de la crisis por la que atraviesan, sobretodo en el proceso de establecimiento de una identidad adulta y en sus relaciones con el mundo adulto, representado fundamentalmente por la familia y la escuela.

Los principales problemas de salud (los accidentes, el consumo de alcohol y drogas, los trastornos del comportamiento alimentario, o conductas sexuales que conducen a embarazos no deseados e infecciones de trasmisión sexual) son consecuencia de los comportamientos y estilos de vida que siguen. Por tanto, podríamos concluir, y así lo hace la OMS (1999), que la mayoría de los problemas de salud de nuestros adolescentes pueden ser evitados.

La Crianza De los hijos e hijas implica una serie de normas y límites para fomentar en los niños, niñas y adolescentes maneras de construir herramientas para la vida. 

¿Qué hacer como Padres?

Respuesta: Establecer normas en casa

¿Por qué?

  • Porque otorgan a los hijos sentimientos de seguridad y protección.
  • Los hijos van creando sus propios referentes y van adquiriendo unas pautas de lo que es y no es válido, lo cual les ayudará a ir conformando su propia escala de valores.
  • Ayudan a lograr una convivencia más organizada y promueven el sentido del respeto hacia los demás y hacia uno mismo.
  • Preparan a los hijos para la vida en una sociedad que se rige por restricciones y obligaciones, que deberán aprender a cumplir, por el bien de todos.
  • Ponen restricciones y límites al comportamiento de los hijos y les ayudan a desarrollar, de forma progresiva, la tolerancia a la frustración, es decir la capacidad para poder asimilar el sentimiento de frustración que provocará el hecho de que no siempre les salgan las cosas como les gustaría.

ESTABLECER LÍMITES Y NORMAS

Para convivir, toda sociedad necesita unas normas. La familia constituye el primer grupo social al que pertenece el niño, en el que aprende a convivir.

El establecimiento de normas y límites en el contexto familiar supone uno de los factores de protección más significativos para reducir la probabilidad de aparición de conductas de riesgo, tanto en la infancia como en la adolescencia.

El papel de los padres en este ámbito se centra en establecer y aplicar unas normas claras, pertinentes y razonables. El abanico de posibilidades a la hora de inculcar esas normas en nuestros hijos abarca desde la total permisividad hasta un control absoluto. Entre un extremo y otro existe un modelo que deja espacio para la libertad, y que supone educar a los hijos en la capacidad para tomar decisiones y para actuar de forma responsable ante los diferentes retos de la vida cotidiana.

Pautas para establecer normas en la familia

Las normas son criterios que indican a una persona qué, cómo y cuándo realizar una acción o tarea. Son, por tanto, una sugerencia de cambio de comportamiento que implica unas consecuencias positivas en caso de cumplimiento, y unas consecuencias negativas en caso de su incumplimiento.

El establecimiento de normas conlleva un proceso que se concreta en distintos pasos.

Fomentando el Valor Responsabilidad

Otro aspecto fundamental es fomentar el sentido de responsabilidad en nuestros niños, niñas y adolescentes y lograr así, la interiorización de las obligaciones y compromisos contraídos, así como la capacidad para responder a las consecuencias de los actos realizados.

Esto requiere un conjunto de estrategias y habilidades que la persona va desarrollando a lo largo de su vida. Ser responsable supone:

  1. Conocer y practicar las normas familiares.
  2. Tener suficientes habilidades de autocontrol.
  3. Disponer de autonomía suficiente para tomar decisiones propias, conociendo las consecuencias tanto positivas como negativas de las mismas.
  4. Plantearse objetivos estables, concretos, bien delimitados.
  5. Estar motivados para conseguir los objetivos que cada uno se propone.

Para finalizar, la familia puede favorecer el desarrollo de la responsabilidad a través de las siguientes estrategias:

  1. Facilitar a los hijos las máximas oportunidades para tomar decisiones desde que son pequeños.
  2. Crear un adecuado ambiente familiar en el que se anime a que el niño, niña y adolecente a que tome decisiones. Cuando se toman decisiones correctas se tiene la sensación de control sobre ciertas situaciones concretas, lo que contribuye a elevar el auto concepto y la autoestima.
  3. Proporcionándoles apoyo y seguridad.
  4. Informándoles de los límites que existen en el comportamiento.
  5. Recompensándoles la iniciativa del ejercicio de responsabilidades.

Yadira Mora. Licenciada en Ciencias Gerenciales. Enfermera Especialista en la Prevención al consumo de estupefacientes en Niños, Niñas y Adolescentes y Atención directa de Niños, Niñas y Adolescentes en situación de Adicciones en Venezuela. Certificada para dar formación a padres y docentes en materia de Adicciones.

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Red de Activistas ciudadanos por los DDHH promoviendo democratización de los DDHH

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