Señor Nicolás, venga a caminar conmigo, fíjese por sus propios medios, cuanto sufren los venezolanos, vamos a visitar la casa de una mujer que tiene que hacer largas colas para comprar leche y alimentar a sus hijos. Intente ser una persona normal, y no un enfermo de poder; no siga creyendo que usted es mejor que yo por ser presidente y yo un soñador que se está preparando académicamente para poder llegar a serlo. Desde lo que he vivido me gustaría hacerle unas preguntas, si es que podemos hablar con honestidad, con sinceridad, y viendo lo que está pasando en nuestro país, dejando de lado la banda presidencial, porque siendo solo dos venezolanos pudiésemos hablar honestamente.
¿Qué siente cuando ve a las personas sin hogar? Yo en muchas oportunidades he pasado por debajo de puentes y he visto indigentes con casas improvisadas de cartón, y me pregunto muchísimas veces si mi país no genera las suficientes riquezas, para que ese tipo de personas no viva en esas condiciones, mi abuela me decía que Venezuela era un país con muchas riquezas, ¿Dónde está el país del que mi abuela me hablaba?
Señor Nicolás ¿a quién le reza usted en las noches antes de dormir? Estoy seguro que es al mismo Dios al que yo le pido para que en Venezuela cese el odio y la división. ¿Qué siente cuando se mira al espejo, se siente orgulloso? Sepa usted que una gran cantidad de venezolanos sienten un profundo odio por tener como presidente a alguien que constantemente los ofende, un presidente que es responsable de crear políticas de seguridad para el país y que a diario el índice de muertes violentas sigue aumentando aunque usted diga todo lo contrario. Por eso lo invito que salgamos a caminar, sin trajes, sin camionetas lujosas, sin la embestidura de poder.
¿Cómo duerme mientras nosotros lloramos? Señor, en Venezuela hay un profundo dolor, una gran decepción, desesperación por no ser escuchados. Se lo dice un estudiante, que ha llorado por ver como las balas y los gases intentan tapar la realidad. ¿Cómo sueña cuando escucha el grito desgarrador de una madre a la que le han dado la noticia que su hijo cayó muerto por la violencia que hay en Venezuela?
¿Será que puede mirarme a los ojos, y decirme por qué está pasando esto en Venezuela? mis razones son porque el país se siente cansado, de la inseguridad, de la escases, de los atropellos, del descaro de quienes hoy se hacen llamar los representantes del pueblo venezolano; no es necesario estudiar leyes para saber cómo en tribunal supremo de justici, por ejemplo, no se cumplen los mandatos constitucionales.
¿Qué le diría usted a un niño al que le han matado a su papá para robarle el carro?, son pequeños detalles Señor Nicolás, pero los niños también se dan cuenta de las injusticias que se están cometiendo. Ellos al igual que nosotros no son mudos ni tampoco ciegos.
En las celdas de cárceles venezolanas están sentadas personas inocentes, que fueron encerradas por un sistema de justicia que se encuentra “rodilla en tierra” ¿Cómo podré confiar en la justicia de mi país si el criminal está en las calles y el que sueña con la democracia está tras las rejas? Quizás pronto haga lo que muchas mentes brillantes han hecho, irme de Venezuela, pero sepa usted que no lo haré, seguiré luchando para que mi país recupere el verdadero sentido de un estado democrático, social, de derecho y de justicia.
Ante todo yo tengo derecho a vivir sin miedo. Un dirigente opositor gritó “El que se cansa pierde” y yo tengo mucho que perder Señor Nicolás. No quiero estar con usted, pero tampoco en su contra, usted me considera terrorista y fascista por decir las cosas que no quiere escuchar, a mi si me duele el tricolor de mi bandera, porque no estoy enfermo de poder y mi visión es construir un país para todos, donde cada quien tenga un criterio propio, donde no se mate al otro por pensar diferente.
Por último, Señor Nicolás quiero decirle que mis libros de historia de Venezuela me han regalado un sentido de pertenencia por mi tierra, por mi patria, la que me vio nacer. Mi país, mi Venezuela, a quien hoy estoy viendo morir y nos matan a quienes la queremos defender. Mis sueños no caben en las urnas electorales. Y por favor le pido no me prohíba soñar y luchar por mi país.
Francisco Herrera – Estudiante de Odontología