POR: Karla Ávila Morillo / Comunicaciones REDAC
Ricardo Moisés Tarazona Villegas es oriundo de San Felipe, estado Yaracuy, región que forma parte de la sierra occidental venezolana. Creció en un sector muy humilde llamado Cocorotico que pertenece al municipio San Felipe, su infancia se desarrolló en ese lugar, en compañía de sus dos hermanos, madre y padre.
Estudió en la E.B Pablo Mendoza Reyes de Cocorotico hasta el sexto grado, luego se fue al centro de la ciudad para proseguir sus estudios en diversificado, en ese momento comenzó su pasión por la comunicación, al querer ser locutor, comenzó en paralelo a sus estudios de bachillerato, los cursos relacionados con la locución y comunicación social, entonces, a sus 17 años ya tenía un programa de radio en una de las emisoras más escuchadas de San Felipe donde transmitió diversos programas de entretenimiento.
Después de esa edad se concentró en los medios de comunicación, aunque todavía no tenía claro a qué se iba a dedicar los próximos años de su vida, para ese entonces ya era padre de una niña, de manera que solo le importaba trabajar y generar ingresos, esa era la prioridad para aquella época.
Su formación continuó a lo largo del tiempo, se hizo locutor profesional bajo el amparo pedagógico de la Academia Comunicacional Barinas, también es licenciado en comunicación social egresado de la Universidad Bolivariana de Venezuela, realizó el diplomado en docencia universitaria en la UNEFA, es community manager y especialista en neuromarketing certificado por la Universidad Central de Venezuela, actualmente estudia el postgrado en derechos humanos en la Universidad Nacional Abierta.
A sus veinte años, comenzó a leer noticias, incursionó además en el área deportiva, pero no le gustó, por lo que se animó a estudiar comunicación social, de ese modo se estrenó al hacer entrevistas radiales y audiovisuales con artistas nacionales, precisamente la ha hecho durante toda su carrera. Hasta que el escenario nacional cambió, Tarazona expresa con tesón: “Comprendí que Venezuela requería un periodismo más comprometido con la sociedad, brindar entretenimiento está bien, educar está bien, pero informar en situaciones de conflicto es de valientes.”
El contacto que ha tenido constantemente con diversos sectores de la sociedad con dilatadas necesidades, le llevó a investigar y prepararse en el campo de los derechos humanos, según él mismo lo dice: “En un país donde la población ve las ayudas del gobierno como privilegios y no como un derecho, considero vital el poder crear estrategias para despertar a la gente y que reconozcan su lugar en la sociedad.”
De ese modo llegó a la Red de Activistas Ciudadanos por los Derechos Humanos (REDAC), conoció la experiencia de amigos que han recibido capacitación a través de REDAC y CEPAZ, lo que le llamó mucho la atención, se puso en contacto y participó en las jornadas educativas, fue entonces cuando estableció la relación entre su trabajo profesional como comunicador y los derechos humanos. Comenta emocionado: “Con este aprendizaje ha sido alucinante, realmente hermoso poder contribuir, a pesar de las adversidades, con el empoderamiento de los ciudadanos en mi país que valientemente luchan por lo que les pertenece.”
Ricardo desarrolla sus proyectos personales junto con su profesión y la defensa de los DD.HH, forja la oportunidad de agrupar a jóvenes interesados en conocer sobre derechos y deberes, ofrece talleres de formación, trabaja en un proyecto que va a permitir instruir a una nueva generación de comunicadores sociales interesados en fortalecer sus habilidades y usarlas como instrumento para identificar violaciones a los DD.HH y que estas personas tengan las herramientas adecuadas para elevar las denuncias correctamente.
Su labor le ha llevado a trabajar de la mano con fundaciones regionales del estado Yaracuy, entre ellas “Marcelino Pan y Vino” y “Regálame una Sonrisa”, ambas se dedican a aminorar en la medida de lo posible, los efectos de la emergencia humanitaria compleja que atraviesa Venezuela, se refiere a jornadas de alimentación, recreación y distribución de medicamentos.
Expresa que tiene mucho que agradecer a varias organizaciones no gubernamentales como “Espacio Público” y “Movimiento Vinotinto”, quienes han sido garantes de sus derechos como ciudadano y profesional de la comunicación, así como también reconoce al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa (SNTP) y al Colegio Nacional de Periodistas (CNP Caracas), quienes lo alientan a continuar con la labor de informar a pesar de las circunstancias adversas al igual que garantizar la libertad de expresión.
Entre él y sus compañeros de defensores y activistas existe cordialidad, un particular compañerismo necesario en estos momentos tan dificultosos, pero hace énfasis en cuanto a algunos colegas.
Añade: “Comprendo que muchos han puesto sus intereses individuales delante de los colectivos, sin embargo, todos somos necesarios, así que en lo particular me gusta relacionarme y que sepan en que ando, contagiarlos de esta vibra, y ganarlos para esta lucha que es de todos. Me gustaría que cada uno haga lo que le corresponda, un acto de bondad lleva a otro.”
Al trabajar de cerca con ciudadanos a los cuales les vulneran sus derechos siente impotencia ante los hechos, ya que al ser testigo de todas esas injusticias, percibe que mucha gente sufre, en especial los niños.
Tarazona al respecto: “Es imposible hacer tu trabajo como periodista y no identificarte con el dolor o las necesidades de gran parte de la población, realmente a donde mires hay desesperanza y desolación, es duro tener que ser portavoz de malas noticias, tener que mostrar sus rostros para manifestarlo y comprobar que no es un cuento; en efecto está sucediendo, la gente muere a diario en los hospitales porque no hay medicamentos, niños y jóvenes pierden capacidades y condiciones físicas debido al hambre que enfrentan a diario”, opina que detrás de cada historia y cada titular que reflejan situaciones como estas, existe el deseo de que la situación venezolana cambie para nunca más tener que dar noticias tan negativas.
Cuando se le pregunta cómo hace para salir adelante ante las injusticias, comenta que se rehúsa a pensar que todo está perdido, particularmente no cree que la situación actual pueda cambiar únicamente desde el ámbito político, sin antes cambiar colectivamente, asegura que hay que realizar muchos cambios y el origen está en la familia. Ricardo es fiel creyente de la familia como pilar de la sociedad, de manera que se apoya en ella para luchar ante las injusticias; confiesa que una de sus grandes fortalezas es ser incisivo y disciplinado en su trabajo, dice: “O soy periodista o no lo soy, así de simple, no me permito tener relaciones personales con nadie que vaya más allá de lo estrictamente profesional, en función de tener muchos amigos en la política, porque creo es lo que ha causado que muchos periodistas se corrompan, de manera que prefiero no vivir de la política, yo vivo del periodismo, porque para eso me formé.”
Le parece vital el trabajo colaborativo entre colegas de la comunicación social, pues un periodista que dedique sus habilidades profesionales para revelar violaciones a los derechos humanos conlleva a darle poder a los ciudadanos, Ricardo Tarazona expone que el mundo solamente necesita de una persona que dé el primer paso y todos los demás lo seguirán.
Gracias al apoyo del Centro de Justicia y Paz (CEPAZ), y junto a otros compañeros activistas, están haciendo una serie de talleres con el fin de orientar a la ciudadanía en temas de DD.HH, especialmente enfocado hacia la denuncia directa a través del Sistema Interamericano de Derechos Humanos; siente que lo que puedan aportar para el empoderamiento de la ciudadanía es de vital importancia para la garantía de los Derechos Fundamentales.
Ha trabajado en las zonas más vulnerables de su región, menciona: Cocorotico, José Gregorio Hernández, La Trilla, Ciudadela Hugo Chávez, Marín, Albarico, La Ceiba, Guabina, La Yuca, Cocorote, Los Bloques, San Antonio, Yaracuy Avanza, El Milagro, Urb. Juan José de Maya, Urb. La Ascensión, Caja de Agua, Banco Obrero, El Panteón, Independencia, Barrio Alegría, Paradero y Sabaneta; allí percibe la mirada perdida de sus habitantes, sus rostros pálidos, sus cabellos teñidos y deshidratados debido a la mala alimentación, niños que juegan entre la basura y al mismo tiempo sonríen en medio de su inocencia, comunidades con deficientes servicios públicos, oscuridad y delincuencia.
Aquí hace una pausa para recalcar lo siguiente: “Uno de los problemas más acentuados es el gas doméstico, quiero destacar que aquí no hay distinción de clases, he ido a grandes urbanizaciones, inclusive apartamentos donde se les ve cocinando en fogón entre sus pasillos, sectores donde es usual ver a las abuelitas con un saco de leña en la espalda, sumado al tema de la comida, comunidades donde solo dependen del Clap porque la mayoría no posee empleo fijo, y dicho beneficio demora en ocasiones hasta tres meses en llegar.”
Por otro lado, otra limitante en Yaracuy es el transporte, efectivo, gasolina, pero sobre todo el irrespeto al derecho a la vida, “Nunca antes había sentido tanto miedo cuando, por ejemplo, me siguió el Sebin, o me mandaron a los colectivos a amenazarme, esto no solo me pasa a mí, cualquier periodista de investigación en este país está propenso a perder la vida, es un trabajo a todo riesgo, pero Venezuela está llena de historias de hombres valientes que lucharon por la libertad, pienso que es momento de recordar las razones que nos mantienen en este país, y comenzar a hacer lo que nos toca, no importa lo que cueste, a fin de pintar un mejor futuro para todos.”
Él observa que la participación en Yaracuy ha mermado mucho los últimos años, describe que existe un hermetismo difícil de comprender, las personas dicen que están decepcionadas de los políticos, lo que ha llevado a esa región a estar a merced de los que actualmente gobiernan, asegura: “Parece que este pueblo se auto castiga con la injusticia y la desgracia, no hace nada para cambiarlo, la autocensura que se vive en los medios de comunicación es más que evidente, el 90% de los medios en Yaracuy obedecen al ejecutivo regional y todo lo que sale es estrictamente monitoreado a través de una sala situacional instalada para tal fin, el 10% restante sencillamente no habla de política.”
Le apasiona el periodismo de investigación, pero siente que en Venezuela es difícil de realizar este tipo de reportaje, particularmente para él ha sido cuesta arriba porque ve que no hay un gremio unido que defienda la labor de todos, especialmente en Yaracuy, donde les insultan o les persiguen, tal es el caso del CNP de su región, de donde jamás espera que existan pronunciamientos imparciales, ya que a su juicio está completamente politizado.
Muchas veces ha sufrido persecución, amenazas anónimas vía mensajes de texto, por redes sociales, le han bloqueado páginas y sus cuentas de Instagram, pero siempre consigue la manera de continuar adelante lleno de optimismo, perseverancia y compromiso. La última forma de hostigamiento que vivió fue por parte del gobernador del estado Yaracuy, cuando en su programa de radio, le llamó “rastrero” a Ricardo porque el periodista publicó un reportaje donde denunciaba la existencia de un cementerio de autobuses “Yutong” en la región y el deplorable servicio de transporte público que se le ofrece a los Yaracuyanos.
A través de su labor fomenta la verdad y el respeto, piensa que todas las personas merecen respeto y que se les diga la verdad, sobre todo cuando un político promete cualquier cosa para ganar unas elecciones, pero luego se olvida de lo que dijo: allí es donde se puede palpar la importancia del periodismo de investigación que sirve para refrescarle la memoria a dichos dirigentes.
Algo que también fomenta es la equidad, ya que todos los seres humanos tienen los mismos derechos, sin embargo, hace la salvedad que lastimosamente aún con todos los avances en el mundo, todavía existen grandes diferencias estructurales y hay mucha desigualdad, por ello, es importante para él transmitir a las masas que la equidad de género es primordial para llevar correctamente las riendas de cada país.
A todas las personas que desconocen sus deberes y derechos les dice que tienen que saber que existen, que están aquí en este país para ser felices, para permitirse soñar con una Venezuela mejor y de oportunidades para todos, un país donde sus hijos no tengan que irse a otras tierras para crecer. Cree firmemente que parte del cambio depende del compromiso que tenemos todos como ciudadanos, para enseñarle a las próximas generaciones que lo más importante es la educación y ganarse la vida con dignidad.
El periodista finaliza con la siguiente idea: “Yo creo que como ciudadanos debemos interesarnos en la política, aunque solo sea por cultura general, ya que en campañas electorales es común ver a la población ser condicionada y persuadida por todo aquel que con dinero se hace de un discurso mediático y finalmente termina llevando todo por el despeñadero, esto no sucede cuando la sociedad cuenta con educación, el que la ciudadanía se involucre en temas de corrupción, haga contraloría a sus gobernantes y demanden respuestas permite sentar un precedente para que en lo sucesivo no se juegue con la voluntad del pueblo.”
Sin duda alguna, siente que no es el mismo de antes, pero al mismo tiempo, tampoco siente que ha llegado a ser lo que aspira, ya que todavía le falta mucho por aprender y se esfuerza cada día para parecerse un poco más a ese hombre del futuro.
De su profesión aprendió que los hombres son valientes cuando, a pesar del miedo, deciden hacer lo correcto, y que el periodismo encarna una gran responsabilidad social: hacerlo bien significa incomodar y no siempre publicar lo que los políticos quieren.