Por: Elizabeth González
Psicóloga Psicodramatista FPV No. 8070
L’Aquila, Italia
En Venezuela, es noticia en estas últimas semanas, cómo los adolescentes están recreando retos virales que ven en redes sociales. Algunas de estas prácticas son extremadamente peligrosas, como asfixias o la mezcla de sustancias químicas.
Dentro de las instituciones educativas se han generado intoxicaciones masivas que han sido abordadas con la suspensión de clases y establecidas campañas en redes, en contra de estos retos. Dichas actividades las graban y comparten, generando preocupaciones en la sociedad, lo que permite una visibilización del problema.
Sin embargo, lo que realmente evidencian estos comportamientos es la vulnerabilidad de la juventud, la influencia de la crisis educativa y social que afecta al país.
Como afirma Francisco González Cruz en su artículo “Al maestro con cariño” (2024): “Donde hay un buen maestro, hay una buena escuela”. Sin embargo, en Venezuela, la situación es dramática.
Los maestros, desmotivados y sin recursos básicos para su labor, luchan para proporcionar educación en condiciones de extrema precariedad. González subraya que, “los muchachos van muy poco a clases, dos o tres días a la semana y unas cuatro horas al día, en condiciones muy lamentables, sin comida y sin bibliotecas, además, con la mayoría de sus maestros desmotivados y también sin comida y sin bibliotecas”.
Este contexto de escasa formación y apoyo, junto con la falta de actividades recreativas, se convierte en un terreno fértil para el desarrollo de comportamientos riesgosos. Los adolescentes, al carecer de una orientación sólida, buscan en los retos virales una forma de escape y aceptación social, sin comprender plenamente los peligros que conllevan estas actividades.
La familia venezolana actual, según los resultados del estudio Psicodata 2024, sigue siendo un pilar fundamental de apoyo emocional en tiempos de crisis. El 88% de los venezolanos siente que cuenta con el respaldo de su núcleo familiar en momentos difíciles. Este estudio también afirma que se está experimentando duelo ante la falta de familiares o amigos debido a la migración, con el 75%. El 90% de la población afirma estar preocupada, y el 64% de los encuestados considera que el problema que genera mayor estrés es el económico. Esto conlleva a que los responsables de los hogares venezolanos estén enfocados en la supervivencia.
Familias distraídas por la supervivencia
En un país donde garantizar la comida diaria es la prioridad para muchas familias, las madres y los padres a menudo no tienen el tiempo, la energía y disposición para supervisar o conversar con sus hijos.
Este enfoque primitivo de supervivencia deja a las niñas, niños y adolescentes sin la supervisión y guía necesarias en una etapa trascendental en sus vidas, profundizando los vacíos en la formación ética y emocional.
Aunado a esto, la falta de actividades estructuradas que ocupen su tiempo de manera productiva da pie a que los jóvenes busquen entretenimiento y validación en lugares como las redes sociales, donde los retos virales están al alcance de sus manos.
¿Por qué los adolescentes caen en estos retos?
El fenómeno tiene raíces profundas en la psicología de los adolescentes y su entorno:
- Curiosidad y exploración: Los jóvenes buscan experimentar, desafiar límites y conocer su capacidad.
- Presión social: La necesidad de aceptación y popularidad entre sus iguales los lleva a tomar riesgos sin conciencia.
- Opciones recreativas limitadas: La ausencia de actividades extracurriculares estructuradas deja un vacío que llenan con retos virales.
- Escapismo: En un país en crisis, estas actividades ofrecen una distracción temporal.
- Desconocimiento de los riesgos: Muchos no comprenden las consecuencias graves, tanto físicas como psicológicas, de estas acciones.
Consecuencias alarmantes
Los efectos de los retos virales son devastadores:
- Físicos: Desde intoxicaciones y lesiones graves hasta la muerte.
- Psicológicos: Ansiedad, traumas, estrés postraumático, autoestima y autoconcepto afectados.
- Sociales: Normalizan conductas peligrosas entre sus compañeros, creando un ciclo difícil de romper.
Conclusión: Una responsabilidad compartida
La adolescencia es una etapa vulnerable pero llena de potencial. El daño antropológico en Venezuela, como la crisis de valores, educativa, la precariedad económica y de servicios, crean el ambiente idóneo para la proliferación de estos comportamientos peligrosos.
Sin embargo, culpar únicamente a las circunstancias externas sería simplificar el problema. Es responsabilidad de toda la sociedad: la familia, los maestros, el gobierno y la comunidad brindarles un entorno estable y enriquecedor para la niñez y la juventud.
Nota final: Mientras enfrentamos esta situación, no podemos ignorar cómo actores políticos pueden intentar desviar la atención de problemas estructurales graves, como la falta de servicios básicos o violaciones de derechos humanos, usando estas situaciones como cortinas de humo. Mantenernos enfocados en la raíz del problema es esencial para buscar soluciones reales y sostenibles.