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Resiliencia: Transformar es deber de todos

La humanidad tiene el poder de cambiar; el ser humano puede evolucionar para ser mucho mejor de lo que actualmente es. Todo radica en la comprensión de nuestro pasado, en nuestro esfuerzo para ser mejores, en nuestra cooperación, así como en la fe y esperanza para construir un mundo mejor.

Uno de los rasgos característicos del ser humano es la evolución, y ello se logra adaptándose a las circunstancias, cooperando, aprendiendo de los errores, superando y sobreponiéndose a los momentos difíciles. Todo esto finalmente le ha dado al hombre la experiencia para enfrentar retos, superarlos y tener una  visión de futuro para planificar y prever soluciones a los nuevos problemas o desafíos que enfrentará. Eso es en esencia la resiliencia.   

Sin duda alguna, esa visión de cambio significa un gran reto para aquellas sociedades incapaces de valorar la justicia y la igualdad, cuyas características son: 1) La constante violación a los derechos humanos, 2) El abandono y deterioro de los espacios de convivencia, 3) La poca o nula capacidad de respuesta para solucionar problemas. Sin embargo, las comunidades resilientes, luego de mucho tiempo, de errores, debates, análisis, diagnósticos y malas experiencias realizan un gran esfuerzo para sanar las heridas y reconstruir los cimientos de la sociedad, con el objetivo de ser lo más justa posible.

El asunto es que ese esfuerzo de recuperación en primera instancia debe ser un esfuerzo colectivo; es decir que todos o una gran mayoría de la población decida que es momento de cambiar y que para ello todos deben ayudar desde su área de influencia. Ese esfuerzo debe tener un enfoque inclusivo donde todas las ideas sean respetadas y valoradas. Y de igual forma, ese mismo esfuerzo debe estar debidamente coordinado y alineado en tiempo, espacio, actores e intereses para que finalmente se desarrolle un plan de acción que permita obtener los resultados deseados.

En el caso de la violación a los derechos humanos pese a los esfuerzos que se han realizado a nivel mundial, la humanidad pareciera repetir las mismas conductas que dan origen al conflicto. Primero, hay un área geográfica donde se dan las condiciones para violentar las leyes generando con ello diversos conflictos. Segundo, la falta de respuestas efectivas de los gobiernos y sus instancias van creando, poco a poco, la costumbre a la ciudadanía de permitir a los funcionarios públicos violar derechos fundamentales del individuo. En esta etapa lo importante para el ciudadano es sobrevivir a las condiciones adversas en el área geográfica donde vive. Los síntomas sociales que se observan en la población son apatía, indolencia, conformismo, temor, resignación, depresión, entre otros. Tercero, se produce el caos y la confrontación originada por el irrespeto a las leyes. Es justo en ese momento donde la intolerancia tiene su máxima expresión en el conflicto, manifestándose en muerte, terror, persecución, desapariciones forzosas, y  migraciones en el mejor de los casos. Llevando la intolerancia, el irrespeto, el abuso y la violencia mas allá de las fronteras de una ciudad o región. Finalmente, se genera una alarma, tardía por lo general, al resto de las sociedades al observar la magnitud de los eventos y la  propagación del conflicto a otras latitudes.

Esas son las características generales que a lo largo de la historia y por diferentes motivos la humanidad ha padecido en los conflictos expresados a gran escala, luchas internas por el poder en un país determinado, gobiernos discriminatorios, terroristas, mafiosos y narcotraficantes que se apoderan a la fuerza de algún área geográfica en particular.

La visión del cambio

Un gran avance para prevenir la violación a los derechos humanos, ocurrió luego  de la segunda guerra mundial. Esta guerra hizo entender a los líderes mundiales sobre las  devastadoras consecuencias de que la humanidad no se respetara y viviera en paz. De allí se comprende la necesidad de crear un estándar de normas que aseguren los derechos fundamentales a todos los pueblos.

El resultado de ese esfuerzo fue la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la cual fue proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en Paris en 1948. Son 30 artículos que constituyen el marco de referencia al que deberían ajustarse las leyes y la acción política en todos los países con el fin de que los pueblos del mundo vivan con respeto y en paz.

Según el enfoque de Amnistía Internacional, lo derechos humanos son deberes que los seres humanos tenemos por el solo hecho de existir. Respetar esos deberes crea las condiciones indispensables para que los seres humanos vivamos dignamente en un entorno de libertad, justicia y paz.

El derecho a la vida, a la libertad de expresión y de conciencia, a la educación, a la vivienda, a la participación política o al acceso a la información, son algunos de los referentes legales a los que los países deberían ajustar sus leyes.

Ciudades y el gran reto

En las ciudades desorganizadas, que concentran la mayor cantidad de población, es donde existen las mayores brechas de diferencias y desigualdades sociales, y por lo tanto, es donde tiende a ocurrir de manera frecuente y sistemática la violación a los derechos humanos, en gran parte por ser ciudades excluyentes.

Por ello, las naciones del mundo han ido suscribiendo acuerdos para establecer metas que permitan mejorar la calidad de vida en las ciudades. En tal orden de ideas, las políticas públicas implementadas en las ciudades deben ir orientadas a armonizar los espacios y los servicios públicos con el fin de hacer confortable la vida en las comunidades urbanas. El acceso al agua limpia, educación de calidad, transporte público adecuado, áreas verdes, espacios de recreación, respeto a la diversidad de culto y género, entre otros, son algunos de los componentes que permiten mayor satisfacción e inclusión social en las áreas urbanas.

Chavismo y violación de leyes internacionales en Venezuela

Desde la llegada de Hugo Chávez al poder en Venezuela, la inexistencia de independencia en los poderes públicos, así como la partidización política de las fuerzas armadas y del sistema de justicia ha conllevado a la violación de los derechos humanos. Ayer con Hugo Chávez y hoy con Nicolás Maduro son veinte años continuos de violación de los 30 puntos contentivos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, siendo el artículo 25, el más vulnerado. Este artículo señala lo siguiente:

Numeral 1. Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios; tiene así mismo derecho a los seguros en caso de desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejes y otros casos de pérdida de sus medios de subsistencia por circunstancias independientes de su voluntad.

Numeral 2. La maternidad y la infancia tienen derecho a cuidados y asistencia especiales.

Ello ha generado la descomposición de la sociedad en zonas urbanas y rurales, desencadenando en masivas muertes por falta de comida y medicamentos. Así como en la migración diaria de venezolanos desplazados por el hambre y la falta de oportunidades para vivir dignamente.

Ciudades excluyentes en Venezuela

En cuanto a servicios públicos las ciudades en Venezuela son excluyentes y discriminatorias; el agua, la electricidad, el aseo urbano y el trasporte público son sólo algunos de los muchos servicios públicos que están muy lejos de ayudar a armonizar la vida en sociedad. Estas ciudades se han ido hacinando de personas y a la vez su infraestructura física se ha ido deteriorando progresivamente, lo que las ha convertido en espacios para el continuo conflicto social. Los servicios públicos no representan mejoras en la calidad de vida, todo lo contrario, constituyen problemas para los ciudadanos.

En cuanto a la inseguridad, la mayoría de las ciudades venezolanas comparten algunas similitudes con el drama padecido en el pasado por ciudades como Chicago, en Estados Unidos, que fue azotada por el crimen organizado en los años 30 a manos de las mafias y sus guerras por el control de la ciudad. De igual forma que en la ciudad de Medellín, Colombia, que para los años 80 y 90 fue víctima del narcotráfico y su estilo de imponer la violencia como forma de vida. Asimismo en Venezuela, también hay zonas rurales muy ricas en cuanto a minería pero son controladas por grupos armados irregulares, mafias y delincuencia organizada que mantienen el control de la zona al margen de la ley en cooperación con funcionarios públicos y cooperación de extranjeros alineados o asociados con el comunismo y el terrorismo internacional.

Por ello, la inseguridad ciudadana no permite el esparcimiento en dichas ciudades; por lo general, los espacios públicos son lugares para el delito, la impunidad e injusticia, lo que sin duda alguna genera el incremento de las migraciones de venezolanos hacia otros países.

Mensaje para el cambio

Pero podemos cambiar. El venezolano tiene algo muy importante que se necesita para ser resiliente. Tenemos en nuestra genética cultural la habilidad de olvidar lo malo muy rápido, y eso hace que le demos paso a la cordialidad y la alegría, que finalmente nos hacen un pueblo sin odios ni resentimientos. Un pueblo que valora la justicia, la equidad, el trabajo y la buena vida.

Con la ayuda de la comunidad internacional, los venezolanos somos capaces de lograr  un  cambio, y nos  vamos a sobreponer a la crisis humanitaria; asimismo vamos a aprender de este error y vamos a trabajar en este presente para asegurar que nuestras generaciones futuras tengan calidad de vida y vivan en paz. Siendo una de nuestras primeras tareas la de recuperar todas nuestras ciudades utilizando como instrumento los estándares de la ONU y los derechos humanos, cumpliendo con la meta establecida para las ciudades y sus urbanismos en  el año 2030 a fin de mejorar las condiciones de vida en nuestras ciudades y verlas prosperar en armonía e inclusión social.

Los derechos humanos tienen un poder transformador en nuestra sociedad, la tarea es titánica pero hay las condiciones para que Venezuela sea un país resiliente.

 

Hernando Garzón

Hernando Garzón

Desde muy jóven he participado en actividades políticas. A los 14 años dirigí un Comité de Base juvenil en la urbanización en la que crecí. Fui Secretario Juvenil municipal y regional Barinas de Acción Democrática. En el año 1998 ayudé en las elecciones presidenciales para evitar que Hugo Chávez llegara al poder. En el año 2003 fui el Responsable de la Coordinadorá Democrática Juvenil. En el año 2007 fui Parlamentario Estudiantil Nacional por el Estado Barinas. He dirigido Campañas de la Unidad no sólo en Campañas Políticas, también en las campañas de gremios y del sector estudiantil. Fui Jefe de Comando de Campaña de Henrique Capriles Radonsky en el eje llanero del Estado Barinas, tanto en las elecciones presidenciales del año 2012 como en las del 2013. En el año 2014 fui encarcelado por razones políticas junto a mi esposa, actualmente Diputada a la Asamblea Nacional Sandra Flores. Ambos, aún estamos bajo régimen de presentación.

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