Francisco Colina tenía planificado desde hace meses pasar las navidades con su hijo Yuner en la Ciudad de México. Pero, en lugar de cenar en familia, pasó la Nochebuena en una habitación pequeña donde no entraba la luz del sol, en el llamado “cuartico” del Aeropuerto Internacional Benito Juárez. Allí estuvo 29 días retenido por los funcionarios del Instituto Nacional de Migración hasta que lo regresaron a Colombia.
Según el relato de su hijo, Yuner Colina, en el mes de octubre Francisco de nacionalidad venezolana se encontraba en Bogotá de vacaciones con una de sus hijas y planificó con Yuner su ida a México. Solo se iba a quedar hasta el mes de febrero en la capital mexicana para pasear y compartir en familia.
“El pasaje se compró a principios de octubre y el viaje se pautó para el 1 de diciembre, a través de la aerolínea Wingo. Nosotros teníamos todo en regla. Trabajo como abogado en el Gobierno de la Ciudad de México, y como lo establece la norma: se redactó la carta de invitación, anexo coloqué copias de los recibos de pago para demostrar que mi papá no vendría con intenciones de cruzar la frontera y que contaba con suficiente solvencia económica para hacerme responsable de sus gastos durante su estadía en México”, relata.
Pese a que Francisco cumplió con los requisitos para ingresar al territorio mexicano sin problemas. Fue retenido por los funcionarios de migración. Yuner relata que a las 12 de la madrugada del 2 de diciembre arribó su vuelo, procedente de Bogotá. Lo esperó en la terminal 2 del Aeropuerto de la Ciudad de México, pero no salió. Pasaron las horas y Yuner seguía allí parado y su padre no aparecía. Preguntó a los agentes y no le dieron respuesta. Estaba seguro de que lo habían retenido. Sin perder tiempo buscó la asesoría de una abogada migratoria para introducir un recurso de amparo y demostrar que la intención de su padre era permanecer en el país por las celebraciones de fin de año.
Al cabo de unas 10 horas su padre pudo comunicarse con Yuner. Los funcionarios le prestaron un celular para que hablara solo dos minutos. Como ya es costumbre en este tipo de procedimientos, los agentes lo despojaron de su celular, lo encerraron en una habitación de paredes blancas y literas. Allí había otros 10 migrantes de varias nacionalidades, en su mayoría sureños. El cuarto estaba desprovisto de ventanas. Allí los retenidos perdieron la noción del tiempo. No sabían si era de día o de noche. Uno de los compañeros del papá de Yuner que se había escondido el celular en su ropa interior pudo grabar las condiciones en que se encontraban.
A Francisco los funcionarios le decían: “Tú estás aquí porque no reúnes el perfil para entrar”. “Quién sabe cuánto tiempo te quedes acá”. Cuando los detenidos pedían agua, según Yuner, los agentes decían: “Sí ya te la vamos a llevar”. Pasaban hasta tres y cuatro horas sin recibir líquido para hidratarse. Era una especie de tortura psicológica. No había golpes, ni insultos, pero ese comportamiento indiferente era peor que estar atado a un grillete.
Cuando ocurren las detenciones en el aeropuerto, las aerolíneas se hacen cargo de la alimentación de los pasajeros retenidos. “Las pocas llamadas que recibía de mi papá, me decía que Wingo solo le proporcionaba sándwiches. Una vez me comentó que la empresa aérea la empresa le había informado que no podía darle más alimento porque no tenía recursos. Cuando me dijo eso me fui al aeropuerto y permanecí varias horas en las oficinas administrativas de la aerolínea hasta comprobar que le dieran comida”, cuenta.
Los días pasaron y no había respuesta de parte del juez que llevaba el caso sobre el futuro de Francisco. Las navidades las pasó encerrado. Aunque hablaba con otros detenidos que llegaban y se iban, estaba literalmente preso. Una funcionaria, se apiadó de su condición y el 24 de diciembre le dio un guisado para que comiera algo diferente ese día. Durante su permanencia en esa especie e calabozo, perdió cerca de 5 kilos. Yuner movió cielo y tierra para sacar a su papá antes de Navidad, pero no pudo.
Además de contar con las asesorías de abogados migratorios, Yuner se dirigió a la Comisión Nacional de Derechos Humanos, instancia que hasta la fecha ha recopilado cerca de 2.000 denuncias de detenciones arbitrarias en el aeropuerto Benito Juárez de la Ciudad de México, aparte de las que ha documentado en Cancún y en Monterrey. Los representantes de esta dependencia, no pudieron hacer mucho. Están atados de manos. Le dijeron: “Sabes que esas son políticas de seguridad de migración y aunque se han levantado actas sobre los atropellos cometidos en los procesos de retención, no se han tomado correctivos”.
Dos días antes de año nuevo Francisco fue liberado y regresado en un vuelo de Wingo a Bogotá. No permitieron que se quedara en Ciudad de México, pese a que su hijo consignó las pruebas de que venía solo por razones de visita. No solo perdió un pasaje y otros gastos que sus familiares hicieron para que pasara unos días inolvidables en México, también sufre las secuelas emocionales del encierro. “Mi papá tiene pesadillas, ataques de pánico. Nunca va a olvidar lo sucedido, aun cuando se someta a terapias”, comenta.
Cifras en alza
De acuerdo con un informe estadístico que maneja la Unidad de Política Migratoria del Gobierno de México, entre enero y noviembre de 2021, un total de 101.571 extranjeros han sido regresados, lo cual representa un incremento de 45.104 casos, respecto al mismo período del año 2020, cuando hubo 56.394 inadmitidos. En su mayoría los pasajeros devueltos, provienen de países centroamericanos y sureños.
Según el abogado migratorio, Gabriel Mares, las devoluciones forman parte de las políticas de bloqueo que encabeza México con el respaldo de Estados Unidos. La idea es controlar el flujo migratorio. “Si bien es cierto que los funcionarios de migración deben hacer operativos de control, en los últimos años han ejercido funciones persecutorias, en lugar de administrativas, en contra de cientos de personas. Durante los procedimientos quebrantan los derechos humanos: a los pasajeros los dejan incomunicados, los encierran en habitaciones que no cumplen con las medidas de sana distancia. En algunos casos, están hacinados; hasta los maltratan verbalmente”.
Entre restricciones y mafias
Aunque hay quienes solo vienen a México de vacaciones como Francisco, los viajeros pagan justos por pecadores. En el caso de los venezolanos las restricciones para ingresar a México se han agudizado en la medida en que ha crecido el número de connacionales que han sido detenidos en los cruces fronterizos hacia Estados Unidos. Según datos de la Unidad de Política Migratoria, entre enero y noviembre de 2021 arribaron a territorio mexicano 160.379 venezolanos, frente a 29.789 que llegaron en 2020.
Este repunte también ha dado pie a que, en el seno del Instituto Nacional de Migración, según Mares, se tejan mafias de corrupción como el cobro de entre 1.500 y 2.000 dólares por permitir el ingreso de extranjeros a territorio mexicano, sin pasar por filtros.
En agosto del año 2020, el Instituto Nacional de Migración despidió a 1.040 funcionarios por incurrir en este tipo de prácticas. Sin embargo, este flagelo persiste. Se han creado redes de contacto con coyotes.
En la misma habitación de Francisco, se encontraba Jackson González. Confiesa que él sí había viajado a México para cruzar hacia Estados Unidos. En Venezuela, unos amigos que ya se encuentran en Denver y San Diego (Estados Unidos) le facilitaron un número de Whatsapp para que contactara a un grupo de coyotes y planificara el cruce y así trabajar en pro del ansiado sueño americano. “Los llamados coyotes tienen vínculos con los funcionarios de migración. Actúan en complicidad. Cuando les escribí por mensaje me explicaron que ellos iban a fijar la fecha de mi viaje para que coincidiera con el día en que iban a estar de guardia los agentes que cooperan con ellos en el negocio y me dejaran pasar sin problemas”.
Se fijó la fecha de viaje para el 29 de noviembre de 2021. Previamente debía enviar por ese número de Whatsapp la foto de plano completo para que ellos tengan una idea de cómo iba a ir vestido, del pasaporte y del boleto de avión. El plan era el siguiente: una vez que pasara a migración iba a liquidar los 2.000 dólares que le habían solicitado y tomaría un taxi hasta Toluca. De allí se desplazaría en un carro particular que lo conduciría hasta Monterrey. En esa ciudad al norte de México, se iba a quedar una noche en una vivienda que rentaba uno de los coyotes para luego emprender el trayecto hacia Estados Unidos.
Sin embargo, al llegar al Aeropuerto de la Ciudad de México, Jackson fue detenido. Al igual que Francisco, le quitaron el celular, lo mantuvieron incomunicado por tres días hasta que fue regresado a Venezuela. Aunque desistió de la idea de ir a Estados Unidos por el cruce de fronteras de forma irregular, Jackson emprendió camino hacia un nuevo destino vía terrestre: Chile. Allí espera tener las oportunidades de crecer que, en su país natal, son negadas por el colapso de los servicios públicos, la inseguridad y la inflación.
De acuerdo con el abogado Mares este año se impondrán nuevas medidas para que los venezolanos entren a México: se oficializó la aprobación de la visa para ingresar al país. Además de ello, la aerolínea Conviasa que cubre la ruta entre México y Venezuela, está pidiendo como requisito que la carta de invitación esté notariada acá en México y debe ser entregada por los pasajeros en el momento de embarcar hacia el país azteca.