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«ME ENTERÉ QUE ESTABA EN MÉXICO CUANDO VI EL LETRERO DE BIENVENIDO AL PAÍS»

Venezolanos que cruzaron la frontera en Estados Unidos son deportados a México y abandonados a su suerte

Via: espalante.com

Luis Conde lleva cinco días sin bañarse, cansado y con una tos persistente. No sabe si es resfriado o si es Covid, pero no lo ha dejado dormir desde hace varias semanas. Probablemente pescó un virus durante su travesía por Darién hacia Estados Unidos. Pensó que todo lo que pasó y los horrores que vivió en la jungla para llegar a territorio norteamericano había valido la pena, pero no fue así.

En abril de este año comenzó su larga travesía por Latinoamérica, desde Argentina hasta Estados Unidos, país al que llegó el 8 de octubre. Durante el trayecto fue robado y estafado por los coyotes. Dice que debió entregar más de seis mil dólares hasta que pudo cruzar el puente de Ciudad Juárez y llegar a Texas. Allí se entregó y los funcionarios de la Patrulla Fronteriza le tomaron sus datos y lo detuvieron, junto a otros 300 migrantes.

«Pasé por varios centros de detención. Al tercer día nos ataron con cadenas de manos y pies. Nos montaron en un avión y llegamos a una ciudad que no recuerdo el nombre. Estuvimos encadenados por espacio de seis horas, sin comer. Nos llevaron a varios centros de detención. Al quinto día nos montaron en un bus y nos dijeron que nos iban a llevar a Migración para continuar nuestro proceso. Rodamos varias horas, hasta que vimos un letrero que decía: Bienvenido a México¨.

Luis y el grupo que lo acompañaba se sorprendieron al ver el cartel. Se hicieron preguntas y cuestionaron a los agentes por qué los llevaban a México. El bus detuvo su marcha y los funcionarios les dijeron que debían quedarse en México porque la nueva normativa migratoria decía que todo aquel que atraviese de forma irregular por la frontera, será expulsado y regresado a México .

«El viernes en la mañana nos dejaron en la frontera, del lado de México, justo en el Puente Internacional de Matamoros (Tamaulipas). Por varias horas nosotros protestamos porque llegamos a territorio estadounidense antes de que la nueva medida entrara en vigor, pero no hubo marcha atrás. Nos dejaron a nuestra suerte», relata Luis.

La nueva normativa fue dada a conocer el pasado miércoles por Jorge Agobian, corresponsal de la Casa Blanca al indicar que este nuevo programa solo aceptará a los solicitantes que cumplan con las reglas del plan migratorio y que solo beneficiará a 24 mil migrantes que ingresen al país por vía aérea. Ellos deberán contar con un patrocinador en Estados Unidos, someterse a exámenes de detección y verificación, así como también deberán haber completado su esquema de vacunación contra el Covid-19.

Esta política, según el gobierno de los Estados Unidos, busca controlar el flujo migratorio de venezolanos hacia ese país. Según cifras de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza, un total de 150 mil venezolanos fueron detenidos en norteamérica tras cruzar la línea entre agosto y octubre de este año; casi el triple en comparación con el mismo período del año pasado, cuando se produjeron 50 mil aprehensiones.

Junto al grupo de migrantes Luis organizó una protesta en el Puente Internacional. Allí exigieron que los regresaran a los Estados Unidos porque habían entrado al país días antes. Se dirigieron a la sede del Instituto Nacional de Migración, ubicada en Tamaulipas. Allí los agentes les  dijeron que se dirigieran a la Ciudad de México a las oficinas principales de la Comisión Mexicana de Ayuda al Refugiado (Comar). Allí supuestamente los atenderían y les gestionarían refugio y comida.

Los migrantes fueron trasladados en dos buses. Ellos pasaron toda la madrugada del sábado en carretera. Al llegar a la sede gubernamental de Comar a las 7:00 am, estaba cerrada. Los funcionarios que resguardan las instalaciones manifestaron que debían esperar hasta el lunes para agendar una cita, de cara a regularizar su situación migratoria. «Nos dejaron acá a nuestra suerte. No nos atendieron por ser fin de semana. Nos engañaron desde que salimos de los Estados Unidos. Nos sentimos burlados. Nosotros solo queríamos entrar a los Estados Unidos a trabajar para ofrecerles un mejor porvenir a nuestras familias».

Durante toda la tarde del sábado los migrantes permanecieron sentados frente a las instalaciones de la Comar, desilusionados, desesperados, sin saber qué hacer y dónde acudir. Cansado por la larga caminata que emprendió para ir a los Estados Unidos y con unas ojeras pronunciadas porque llevaba días sin dormir bien, se encontraba sentado en la acera Pedro Cedeño. Él ya no quiere continuar. Se siente frustrado. Él arriesgó su vida al atravesar la selva de Darién, cruzar siete países para llegar a norteamérica y piensa que su sacrificio fue en vano.

«En Colombia dejé a mi familia. Allí viven mi esposa y mis hijas. Me fui con la promesa de hacer un piso en Texas donde vive mi hermana y en un futuro a corto plazo poderlas traer. Con esta nueva medida migratoria, los planes cambiaron. Estoy atrapado aquí sin dinero, sin techo. Ya no quiero continuar. Voy a ver si puedo gestionar ante la Embajada de Venezuela en México un pasaje de retorno a Colombia. No tengo fuerzas para seguir acá. Para trabajar en México se requieren papeles y tramitarlos, a través de la Comar, lleva tiempo y mientras dónde trabajo, quién me emplea».

Para él es complejo estar en un país solo, sin el apoyo de un familiar y sin documentos que le permitan laborar para generar ingresos. Tiene planteado ir el lunes a la sede del Consulado de Venezuela en México, ubicada en Polanco para pedir que lo ayuden con el pasaje para retornar a Colombia. Hasta ahora la sede diplomática,  ni el Gobierno de México se han pronunciado sobre las expulsiones registradas en los últimos días. Tampoco ha contribuido con apoyo legal y donativos a los afectados.

Mientras Cedeño quiere gestionar su retorno a Colombia, otros como Juan Ignacio González está dispuesto a trabajar en México. «Yo quiero estar acá, si consigo empleo, me quedo». Él estuvo en Texas 12 días y se dio cuenta que estaba en territorio mexicano, cuando vio el letrero de bienvenida al país.

«Nadie nos informó. Pero estoy dispuesto a quedarme aquí. Si el trámite de refugio no es tan complicado, puedo comenzar de cero acá, consciente de que si acepto el refugio no puedo intentar de nuevo entrar a los Estados Unidos», dice.

A un lado, con la franela ensangrentada debajo de la axila, estaba Juan Carlos Prada. A él le salió un absceso durante la caminata para llegar a los Estados Unidos. Ayer pidió un baño prestado y lo extirpó, pero le quedó una úlcera. No quisieron tratarlo en Texas, pese a que les suplicó a las autoridades migratorias que lo atendiera porque le ocasionaba dolor. Él había emprendido un viaje con su esposa, pero fueron separados. A él lo expulsaron y llegó a Ciudad de México, junto con los 84 migrantes, mientras que  a ella la llevaron a Tijuana, a un refugio, donde no le permiten salir. Solo pudo hablar con ella unos minutos porque tiene las llamadas controladas.

Y es que muchos migrantes fueron separados de sus familias. Algunos tienen sus esposas en Tijuana, otros en Acapulco (Guerrero) y en Matamoros, donde llegaron otros 100 migrantes, provenientes de Estados Unidos.

Ayuda por doquier

Ante esta contingencia, asociaciones venezolanas que brindan ayuda a los migrantes se volcaron a enviar donativos. Desde agua, hasta almuerzos y cenas. También voluntarios, en un acto de solidaridad, entregaron cobijas, ropa y artículos de higiene a los migrantes. Otros gestionaron albergues para que no pasaran la noche a la intemperie. Los 84 migrantes fueron llevados a refugios temporales. Cafemín en la delegación Venustiano Carranza, abrió sus puertas para brindar abrigo a los afectados.

La ayuda no se detiene. Restaurantes y otros negocios, se convirtieron en centro de acopio para recibir donativos. Los restaurantes Los Chamos, Pardago, Aquí de Allá y El Sazón Venezolano están recibiendo desde ropa, artículos hasta comida, entre otros. «No podemos dejar a nuestros hermanos desamparados y por eso nos hemos activado. La gente de forma solidaria se ha abocado a donar y además estamos gestionando cupos en los albergues para que no duerman en la calle», comenta Farida Acevedo, activista venezolana.

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Red de Activistas ciudadanos por los DDHH promoviendo democratización de los DDHH

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