Aunque existen grandes críticas a los movimientos más jóvenes, en Venezuela, un país que se encuentra en una Emergencia Humanitaria Compleja (EHC), las voces de las juventudes no logran ser silenciadas. Incluso durante momentos de pandemia, organizaciones y activistas jóvenes no dejaron de visibilizar las vulneraciones de derechos y exigir justicia.
Muy poco se habla del gran trabajo que realizan las organizaciones jóvenes para expresar y dibujar sus propias realidades y poner en lo público sus exigencias. Informes, formaciones, protestas, artivismo, activismo digital y entre otros, han sido las distintas formas en las que las juventudes de los diferentes sectores han contribuido al movimiento de defensa de derechos humanos en el país.
Innovar para generar cambios
Nohelia Urbina, del colectivo Uquira, explica que “el activismo de juventudes para mí es irreverencia y cambio. Considero que un activismo de juventudes que no cuestione los moldes preestablecidos pierde su objetivo.”
Paola Martínez, presidenta de la Federación de Estudiantes Universitarios por los Derechos Humanos (FEDEHU), en la protesta convocada el 11 de febrero en el marco del día de la juventud, resaltó que “los jóvenes traemos ideas nuevas. Creemos profundamente que este país se puede mejorar y se puede lograr la libertad.”
Enfrentándose a un sistema autoritario donde la protesta está criminalizada, las juventudes buscan hacer las cosas de manera distinta a lo establecido; la juventud es disidente. El activismo en este contexto puede ser un espacio donde la creatividad y la innovación son parte fundamental para la denuncia pública.
Mujeres Contra Las Violencias (MCLV), una articulación conformada por más de 10 organizaciones feministas e individualidades, es un ejemplo de cómo desde el pensar colectivo se puede innovar en los espacios públicos en pro de la defensa de los derechos de las mujeres. Esta articulación se expresa en las calles desde el artivismo, asambleas públicas, la música, entre otros.
Articular por la democracia
“Los jóvenes siempre hemos sido bastiones de lucha contra el régimen tirano. Lo fuimos con la Generación del 28, lo fuimos con Marcos Pérez Jiménez, y hoy lo seguimos siendo” dice Paola Martínez.
Los movimientos jóvenes están haciendo un esfuerzo en articularse en redes que les permita crear un músculo fuerte en la defensa de la democracia y los derechos humanos. La articulación es más visible por sectores (feminismo, universitario, LGBTIQ+, ambiental, etc), sin embargo, saben que es necesario la unión para lograr objetivos comunes.
Nohelia Urbina opina que la manera de lograr con contundencia las exigencias de los movimientos de juventudes “es mediante la articulación de nuestras luchas, por el fin último de dar cambios sustanciales y necesarios en el sistema, además de lograr y proteger la democracia”
Juventudes en las calles
Inclusión
“Las juventudes también son racializadas, con alguna discapacidad, mujeres o queer, por ello siempre he considerado que no podemos hablar de una sociedad democrática que excluya grupo vulnerables en su ciudadanía” nos dice Urbina.
El activismo de las juventudes contribuye a lograr diversidad e inclusión y ampliar las perspectivas al momento de generar incidencia en materia de derechos humanos y defensa de la democracia. La participación de las juventudes y la articulación de los distintos sectores en la que participan pueden ayudar a generar cambios sustentables.
Las juventudes enfrentan prejuicios y posiciones paternalistas cuando de incidencia se trata. Es momento que el movimiento de defensa de derechos humanos tenga una visión más interseccional de las realidades, entendiendo que las personas más jóvenes pueden y deben liderar espacios, pueden y deben estar en los procesos de diálogos, pueden y deben tener una participación activa dentro de los movimientos. Es momento de escuchar, incluir, visibilizar y apoyar a las organizaciones, activistas, defensores y defensoras más jóvenes, y no porque sean el futuro, sino porque están defendiendo su presente y haciendo las cosas diferentes.