CASO: Margarita
El caso no se hizo público en los medios, más allá de la denuncia de sus familiares por la desaparición de la víctima. Por este motivo nos reservaremos el nombre de ella.
La víctima a la que llamaremos Margarita, para proteger su identidad, es una mujer mayor de edad pero muy joven, soltera, sin hijos en aquel momento, ella es manicurista.
Un día, en una reunión en la zona donde vive, conoció un hombre mucho mayor que ella, lo llamaremos ficticiamente Freddy. Fue un encuentro normal, era muy educado, culto, no dio indicios de ser violento u obsesivo, era un caballero. Continuaron viéndose ocasionalmente en reuniones, salieron en varias oportunidades. Un día, los padres de Margarita necesitaban medicamentos porque estaban muy enfermos, entonces Freddy se los regaló, estas ayudas continuaron, lo que hizo ganar la confianza de tal manera que ella se mudó con él, a la casa de Freddy.
Este individuo siempre la apoyaba en su labor, le compraba materiales para que ella trabajara como manicurista sin ningún inconveniente, es decir, ¿Por qué tendría que existir contrariedad con eso?. Así duraron muchos meses. De pronto, un día comenzaron los celos. Él preguntaba con exagerada frecuencia a dónde iba, con quién salía, qué hacía, la monitoreaba de manera que no era normal, llamándola a cada rato por teléfono. Freddy viajaba perenemente por motivos laborales. La dejaba a ella con su hijo mayor (de Freddy) para que la vigilara, Margarita ya no podía salir de la casa sin permiso y luego, cuando el hijo de Freddy tenía que salir, la dejaba encerrada colocando un candado en la puerta principal de la casa para que no saliera.
Cada vez que la madre de Margarita llamaba a casa de Freddy para saber de su hija, le tenía alguna excusa: “Ella está dormida; ella salió; se está bañando”.
Un día, como pudo, ya cansada de la situación y asustada por aquel aislamiento, se escapó saltando por un muro, la vecina la ayudó a fugarse de aquella pesadilla. Se trasladó a la casa de su madre y pudo contar a su familia lo que le había ocurrido. Pasó un buen tiempo con la tranquilidad de saberse libre, sin embargo, vecinas ponzoñosas, de esas que tienen el chip machista incrustado en el alma, le decían con desprecio: “Eso te pasa por ser manicurista”, a pesar de las críticas destructivas y burlas, decidió volver a trabajar.
Un día se dispuso a tomar un taxi, pero como le cobraba muy caro, lo dejó ir con la esperanza de encontrar otro más económico. El automóvil se devolvió y el taxista le dijo que le cobraría menos. Ella confiada se subió en el puesto trasero. Sin sospecharlo, se montaron otros hombres, la sorprendieron colocándole un trapo en la cara, la durmieron y de allí no recuerda nada hasta que despertó en un cuarto oscuro sin ventanas, se sentían las paredes rusticas como si fueran de bloques sin friso. Cuando gritaba desesperada alguien entraba y le inyectaba algo en los brazos y piernas, con eso la dormían. Por momentos sentía que la sacaban de ese cuarto y la llevaban aparte a otros cuartos más pequeños donde varios hombres la violaban no solamente con sus genitales sino también con palos de escoba, bombillos y otros objetos. Hirieron sus piernas, pechos y otras partes del cuerpo.
Con frecuencia escuchaba los gritos de otras féminas. En una oportunidad metieron en su cuarto a otra muchacha, esta nueva chica decía que era de Mérida y que no sabía dónde estaba metida, desconocía por qué estaba allí. Margarita no preguntó mucho, casi siempre estaba desorientada por las drogas que le suministraban.
Hubo una ocasión en que varias de las mujeres que estaban allí junto a Margarita intentaron marcharse, se escucharon gritos y tiros. A una de ellas no la vieron más, por lo que Margarita presume que la mataron. Mientras huían, ella se dio cuenta que había un largo pasillo con distintas habitaciones de construcción rústica, cada una con un candado. Ya fuera de allí se dio cuenta que estaba en una zona boscosa.
Durante ese escape, los malhechores a cargo, volvieron a capturar a Margarita. Le pegaron, la amenazaron y le dijeron que debía llamar a su familia para que retirara la denuncia sobre su desaparición. Tomaron un celular y la obligaron a llamar pero ella estaba tan aturdida que no podía recordar el número de su madre, se obligaba a sí misma a recordarlo pero no podía, su mente estaba congelada. El hombre le ponía el arma en la cabeza y le decía: “más te vale que recuerdes el número porque si no lo haces, te mato”. Así lo hizo, tanto se esforzó que pudo recordar el número y darle el recado a su familia, pero luego hubo otra llamada de vuelta donde le daban la orden al delincuente de soltarla. Y así fue, la subieron a un carro, la drogaron y la dejaron en un sitio donde su familia pudo ubicar y tenerla en resguardo.
Continuaron las investigaciones, las cuales determinaron que Freddy, su antigua pareja, estaba involucrado en este secuestro y otros más, no solo eso, también se supo que había estado casado y su esposa estaba desaparecida, tiempo después encontraron el cadáver de esa mujer. Gracias a la presión de la familia de Margarita fue capturado, hoy se encuentra preso.
Margarita, luego de un año de terapia psiquiátrica y luchar contra las ganas de suicidarse, ha podido volver a vivir con normalidad junto a su nueva familia pero jamás olvidará los dos meses que pasó secuestrada, violada y torturada, de eso no se curará nunca.
Ahora que leyeron esta historia de la vida real, ¿Qué tal si la comparten en familia?. Tal vez podamos salvar vidas y logremos entender que no es normal el machismo, que no tiene que dar risa que una mujer se dedique a ser manicurista.
Posiblemente consigamos razonar que la violencia contra la mujer está más cerca de nosotros de lo que creemos, muy posiblemente está a la vuelta de la esquina dentro de algún taxi o en una inocente reunión familiar llena de damas y caballeros o detrás de la sonrisa manipuladora de un autodenominado terapeuta familiar que entrevistan en CNNE y que por salir desde un canal informativo internacional se gana la ingenua confianza de los espectadores, quienes llenos de sed de conseguir un lider mesiánico, creen sin análisis alguno en perfectos manipuladores.
Bien vale la pena recordar que no siempre los acosadores tienen el estereotipo que venden las películas o las novelas, casi siempre se espera que los depredadores sexuales sean feos, con cara cortada, tatuajes, cabello grasoso, con defectos físicos, pero lo cierto es que ninguno de estos fenotipos representan por sí solos a personas malas o negativas, no tiene nada que ver. En la vida real, los acosadores pueden ser de aspecto pulcro, con alto poder adquisitivo y vocabulario educado.
Debido a esto, porque las intenciones de una persona no se ven a simple vista, es que debemos abrir bien los ojos, analizar un poco más las situaciones que se nos presentan y sobre todo, aprender a hacerle caso a las señales que se van apareciendo en las relaciones interpersonales. En esta oportunidad la víctima pudo escapar de toda esa pesadilla, pudo avanzar mediante un gran esfuerzo y ayuda psiquiátrica, pero ¿Cuántas no pudieron?, ¿Cúantas mujeres han muerto?… Son voces que ya no existen, como dice la canción: “Si no lo recuerdo, no pasó”. Si no lo comentamos, no existirá.