La libertad de expresión está reconocida en el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos; además considerado un elemento fundamental para la existencia de las sociedades democráticas.
Desde el mismo momento en que elegimos la carrera de Comunicación Social como nuestro sendero a recorrer, nos casamos con esta frase, la libertad de expresión, y la defendemos. La observamos y la añoramos cuando empieza a faltar.
Tratándose de un derecho humano es un deber sin discusión el defenderla. Desde nuestros primeros años de formación como futuros periodistas, nos enseñan a valorarla. No convertimos en una especie de adalides y guerreros.
¡Ay, cuando observamos que comienza a disminuir!
Peor aún, cuando profesionales de la comunicación que debieran defenderla, empiezan una arremetida en contra de ella.
Pues no se trata sólo de una voz. Cuando un medio deja de circular, cuando una noticia es censurada, cuando una voz es callada, es la sociedad la que va siendo silenciada y oprimida.
Los periodistas hemos sido testigos de ello desde hace varios años. A algunos nos ha tocado documentarla o experimentarla, y eso duele.
Son las voces calladas, son las vivencias de todo un colectivo de personas, el que está dejando de ser expuesto.
En el 2018, antes de finalizar el año, Transparencia Venezuela realizó una investigación en varios estados del país a fin de dar cuenta sobre la situación en Barinas, Bolívar, Carabobo, Gran Caracas, Lara, Monagas, Táchira y Zulia.
El estudio concluía que cuarenta y cuatro medios impresos habían dejado de circular de forma definitiva desde el 2013, y otros 14 de forma temporal. https://transparencia.org.ve/reportaje-principal/
Más recientemente, IPYS Venezuela en un informe elaborado este 2020 totalizó “141 casos de violaciones a los derechos de libertad expresión e información de los periodistas y ciudadanos, de acuerdo con los 12 indicadores definidos por Voces del Sur. (https://ipysvenezuela.org/2020/12/28/reporte-especial-ipysve-seis-meses-de-agresiones-y-abuso-de-poder/
Comenzamos el 2021 y han comenzado a sonar algunas alertas sobre aumento en las restricciones a la libertad de expresión, del acceso a la información.
El sólo opinar se ha convertido en un delito en una sociedad donde los problemas abundan por doquier. Cómo callar cuando la exacerbación en materia de calidad de vida ha disminuido sobremanera. Cómo callar cuando el aire se comprime buscando una salida a tantos problemas. O es miedo a que se visibilice lo que es evidente.
El periodista es ese adalid que muestra, que plasma, que dibuja, que evidencia. Informar para un periodista es un servicio, como aprendemos algunos. Ser la voz de los que no tienen voz.
Nos llena de orgullo, ver como en medio de todo este panorama que luce a veces desalentador, existen medios que siguen batallando, que siguen trabajando.
El ingenio se ha apropiado de esta generación de venezolanos, sin importar la edad. Nos hemos transfigurado en ese verdadero hombre nuevo, que se crece en las dificultades.
Nos llena de orgullo, de esperanzas el que existen medios informando. El país lo merece, los que no tienen voz, lo agradecen.
(Imagen cortesía de Analítica)