Rigoberto Lobo, director de Promedehum.
Rigoberto Lobo ha vivido en carne propia lo que muchos conocen solo por informaciones de prensa y mensajes por las redes sociales. Su caso bien puede formar parte de un expediente presentado ante instancias internacionales sobre las agresiones y violaciones contra los defensores de derechos humanos en Venezuela. En 2016 fue atacado repetidamente a perdigones por efectivos policiales mientras monitoreaba una protesta en Mérida; correr no fue suficiente para resguardarse, pues incluso dentro de su vehículo el ataque continuó ya no solo a disparos, sino hasta con piedras. Resultó herido en espalda y cabeza, aunque no de gravedad. Lo grave es que no fue la única vez que ha sido blanco de arremetidas en su contra, pues desde 2014 ha sido acosado, intimidado, amenazado de muerte y atacado por agentes del orden público por su trabajo en defensa de los DDHH en su estado; además, familiares y allegados han sido interrogados, vigilados y utilizados como emisarios de mensajes amenazantes. Aún así, el director de la asociación civil Promoción, Educación y Defensa de los Derechos Humanos de Mérida (Promedehum) mantiene activa su labor de documentar, denunciar y difundir, las “3D”, como las llama.
“Como organización nos enfocamos en el derecho a la libertad de reunión y asociación; monitoreamos protestas, violaciones de derechos humanos que ocurren en las protestas y a algunas víctimas les damos asistencia integral: asesoría jurídica, médico-terapéutica en alianzas con médicos y abogados, y somos puente para conseguir insumos médicos. Hay casos de las manifestaciones del año pasado a los que aún les hacemos seguimiento por complicaciones médicas o psicológicas, e incluso trabajamos en alianza con otras organizaciones porque solos no podemos dar la atención requerida”.
Antes de la fundación de Promedehum, Lobo trabajó dos años en el Observatorio de Derechos Humanos de la ULA. Pero su espacio natural antes de involucrarse en el tema de DDHH era el diseño gráfico: “Me motivó a ser activista y luego defensor el hecho de saber que podía aportar algo para generar un cambio, aunque fuese pequeño; en las protestas de 2014 me involucré mucho para ayudar a trasladar heridos y conseguir insumos. La necesidad de contribuir en algo me llevó a esto”. Pero había que formarse, en la segunda mitad de 2014 empezó a participar en talleres de capacitación en DDHH que continuó en 2015 y lo ayudaron a perfilarse para su trabajo como activista.
“Formamos parte de Redac porque el trabajo en conjunto fortalece la labor, transmite y multiplica la información, lo cual es muy importante sobre todo para las organizaciones de las regiones porque nos permite sacar el trabajo, compartirlo con otros y visibilizarlo dentro y fuera del país a través de informes, por ejemplo; así que la alianza en redes es fundamental incluso para darle más músculo a otras organizaciones que hacen una labor más bajo perfil, pero que forman parte de las iniciativas”.
Pese a las condiciones adversas, Rigoberto Lobo tiene cree en el trabajo articulado: “Buscamos que retrocedan las violaciones a los derechos humanos y no que retrocedan los derechos humanos, que con el trabajo que hacemos las organizaciones las personas sepan que pueden expresarse sin miedo, sin abstenerse de denunciar o recurriendo a seudónimos, que puedan alzar su voz para que otros no sean víctimas de esas violaciones”.