Las sociedades avanzan en la medida en que sus ciudadanos se hacen conscientes de que la corrupción socava las libertades del ser humano en todos los ámbitos de su existencia, afectando su bienestar.
De acuerdo a la Declaración Universal de los Derechos Humanos, 30 son los derechos básicos esenciales a todo individuo. Llámese el derecho a la vida, libertad, seguridad, libertad de opinión, de expresión, a la libre circulación y residencia, por sólo mencionar unos cuantos de esa larga lista de prerrogativas.
A la par, hemos de observar cómo los países más corruptos de la región es donde más se conculcan gran parte de estos derechos violentando de manera peligrosa garantías tan esenciales para el ser humano.
No sólo los países más corruptos es donde más se trasgreden estos derechos, de igual manera, los niveles de transparencia en la gestión pública son peligrosamente descuidados poniendo en entredicho a las instituciones y los funcionarios que allí coexisten.
Cuando existe desconfianza en las instituciones, cuando no existen garantías de transparencia, cuando los sujetos actúan sin temor a la sanción en medio de un sistema corrupto, comienza a avanzarse en el deterioro propio de una sociedad.
La anomia se hace natural y los ciudadanos comienzan a observar como corriente eso que no lo sería, en una sociedad donde existe respeto y garantías por derechos humanos básicos.
Es así, que haciendo énfasis en el caso venezolano, y tomando en cuenta los resultados arrojados por el último estudio de Transparencia Internacional, vemos que para el año 2017 Venezuela ocupaba el puesto número 169, en la escala de los países más corruptos, acompañando a otras naciones fuertemente cuestionados; desde el 2012, su posición no ha variado mucho.
El país suramericano no sólo se ha convertido en uno de los países más corrompidos de la región, hoy es un claro ejemplo de cómo se socavan los derechos humanos de millones de venezolanos quienes en la búsqueda de un mejor porvenir o de una escapatoria ante la degradación total de sus niveles de vida, han decidido cruzar las fronteras hacia distintos países de la región, o de otros continentes.
Nadie puede ocultar las estadísticas, ahora infranqueables, pues el sistema también ha querido ocultarlas o disfrazarlas, hasta el punto que sólo gracias al trabajo de distintas ONGs, de activistas, o de los medios de comunicación que aún quedan, los venezolanos, y el mundo, han conocido la grave y sistemática transgresión a los Derechos Humanos en el país.
Venezuela en el siglo XXI se ha convertido en un referente importante para estudiar y anteponer en el estudio de la política, lo que puede ocurrir cuando no se encienden las alarmas a tiempo; cuando se dejan correr eventos que pudieron haberse advertido en un principio. Hoy más nunca se hace necesario que los venezolanos, entiendan que la corrupción en todos los niveles del Estado es lo que ha llevado a la grave afectación a la calidad de vida de los ciudadanos. Es hora, de entender.