Serie: Conoce a nuestrxs activistas.
Por: Karla Ávila Morillo / Comunicaciones REDAC
Gabriela Buada Blondell es tachirense de nacimiento, confiesa que aunque no conoce nada de aquel lugar, disfruta al escuchar e imaginar lo bonita que es esa región, con su clima frío, además dice que de esa genética andina le viene su carácter aguerrido. Sin embargo, creció en Caracas, en la popular zona de Catia, ubicada en la parroquia Sucre del Distrito Capital.
Estudió en la Universidad Santa María la carrera de comunicación social, sus especializaciones han sido en la Universidad Monte Ávila y actualmente, en la Universidad Central de Venezuela porque encontró en la UCV la especialidad en derechos humanos. Comenta con humildad: “Nunca intenté ingresar en la UCV porque siempre he pensado que quienes podemos, con sacrificio o no, no debemos arrebatarle la oportunidad de formarse a otra persona que no tenga los recursos económicos para estudiar”.
Fue su madre quien la motivó a estudiar esa carrera, ya que nunca le había llamado la atención, ni soñaba con entrevistar a alguien o algo relacionado con el periodismo. Sin embargo, su mamá reconoció sus habilidades, ese poder de relacionarse con otras personas y siempre pensó que era la carrera indicada para ella. Gabriela quería estudiar farmacia o bioanálisis pero su progenitora le impulsó a estudiar comunicación. Después que cursó el primer semestre de esa carrera, se dio cuenta que era su verdadera pasión profesional.
Adicional a su carrera principal, ha cursado especializaciones que la fortalecen en el área de comunicación social como lo son: Comunicación digital, comunicación política y actualmente la de derechos humanos. También realizó, la especialización en docencia universitaria (Componente Docente), ya que tiene amplia experiencia en la enseñanza y se desempeña como profesora en la escuela de comunicación social de su Alma Mater con las materias electivas de “Campañas Electorales” y la recién incluida en el pensum, promovida por ella, “Periodismo en Derechos Humanos”.
Comenzó a interesarse en la defensa de los derechos humanos desde que hizo las coberturas periodísticas durante sus pasantías universitarias en Radio Caracas Radio (RCR). Se forjó como reportera durante el rescate de Linda Loaiza López y ese hecho fue un momento determinante para ella profesionalmente porque, aunque estaba comenzando la carrera, esa era su primera pauta en la calle y entendió de inmediato que el periodismo siempre debe estar vinculado a la defensa de los derechos humanos. La revictimización, la manera en cómo se cuentan los hechos y cómo se publica una violación de derechos humanos es significativa y decisiva para las víctimas. Afirma: “Más allá del deber de informar, siempre tiene que existir esa posibilidad de hacer incidencia con la denuncia, más si es referente a una violación de derechos humanos”. Luego de esa labor, comenzó a formarse como multiplicadora en el proyecto de educación comunitaria en la escuela donde impartía clases de primaria en sus tiempos libres y allí conoció la ONG “Red de Apoyo por la Justicia y la Paz”. Desde ese instante hace lo posible por no separar al periodismo de la educación por la defensa de los derechos humanos.
Le llamó la atención formar parte de la Red de Activistas Ciudadanos (REDAC) porque le pareció grandiosa la idea de que muchas personas conozcan todas las innumerables cosas que se pueden hacer para ser activistas, para no quedarse paralizada ante las injusticias, para formar parte del cambio y el despertar, para tener las herramientas y ser también defensor. Para Gabriela es gratificante convertirse en multiplicadora de experiencias reparadoras en un momento tan crucial como el que se vive en Venezuela y sobre todo porque considera que no hay excusas para sentirse censurado si se puede contar con un espacio como la REDAC.
Actualmente desarrolla su proyecto llamado “Caleidoscopio Humano”, ella dice: “Es todo lo que he aprendido en mi trayectoria como periodista y defensora de derechos humanos, es la mirada de los derechos desde la perspectiva comunicacional que resulta en muchísimas perspectivas. Es trabajar de manera articulada con las organizaciones de la sociedad civil y los medios de comunicación social del país”.
Caleidoscopio Humano es una organización no gubernamental que se encarga de visibilizar a las víctimas invisibles, a quienes no tienen voz a través de estrategias comunicacionales, de difusiones pertinentes y oportunas con orientación de defensores y organizaciones para posicionarlas, de modo que despierten el interés en medios de comunicación. Además ofrece servicios, estrategias comunicacionales y capacitación a las ONG para la difusión de sus temas. Desde su fundación promueve y defiende los derechos humanos a través de la denuncia, documentación, correcta y oportuna difusión asegurando la visibilización para la no repetición de dichas violaciones a los ciudadanos.
Fundó esta organización en octubre del año 2018, tomando impulso y ejemplo de varias organizaciones con las que trabajó y sigue trabajando, con el apoyo del defensor Feliciano Reyna, que todos conocen porque ha ayudado a muchas personas a que siempre den lo mejor de sí mismas, aquello que sabe hacer cada quien de la manera más solidaria y articulada posible.
Ha trabajado directa e indirectamente con muchísimas organizaciones, siempre ha de apoyar en comunicación, contacto con medios, recomendaciones y voluntariado. Algunas de las organizaciones con las que ha trabajado a largo plazo y con las que en mayoría acompaña actualmente son: La Red de Apoyo por la Justicia y la Paz, Musas, Acción Solidaria, Amnistía Internacional Venezuela, Provea, Redhna, Sinergia, entre otras que igualmente son importantes.
Siente que ha recibido apoyo de todas y todos los defensores y organizaciones que hacen vida en Venezuela. Desde todos los puntos de vista, en su formación y sobre todo al poder concretar el sueño de crear “Caleidoscopio Humano”, ella lo ve más allá de un simple trabajo. Está segura en decir que: “El reconocimiento es también para las víctimas, las historias y todos los rostros desconocidos que me han permitido conocer a través de sus familiares. La experiencia que tuve en mis visitas semanales y lograr interactuar de cerca con historias de desconocidos, quiénes también eran y siguen siendo presos políticos, me llevó a investigar y acercarme a los expertos, solicitar apoyo, orientación de cómo podía atender integralmente a esas víctimas, a dónde podía referirlas. Es y sigue siendo la mayor ayuda que he recibido y recibo hasta el momento”.
Considera el trabajo colaborativo como una faena efectiva, afirma: “Es lo que hacemos día tras día la red de defensores del país en momentos tan adversos. Nos complementamos en las capacidades, habilidades y fortalezas de todos los que conformamos la sociedad civil venezolana”.
Gaby, como le llaman de cariño, también ha trabajado en zonas populares de la capital venezolana, como Catia y Petare, comunidades a las que ella llama invisibles, esas que de alguna u otra manera continúan siendo abandonadas. Allí en esas comunidades ve en las personas el miedo y el desconocimiento, pero una vez que entra en ellas generando confianza entre sus habitantes, el cambio para bien es sustancioso y rápido, siente que se empoderan a sobremanera y se hacen multiplicadores de lo aprendido.
Ella expone que los problemas que enfrentan estas comunidades casi siempre son los mismos que les hacen vulnerables a otras comunidades, como lo son la falta de oportunidades y la profundización de las desigualdades. Sin embargo, en el contexto que se vive en el país, como la ausencia de servicios básicos, la emergencia humanitaria compleja y la crisis de derechos humanos impacta cruelmente a todos por igual.
Nota que en esas zonas, toman los conceptos asociados con los derechos humanos con sorpresa ya que la mayoría de las veces tienen claro que deben vivir y convivir con obligaciones pero muy difícilmente reconocen que son sujetos de derechos. Por eso el papel de la educación y difusión de los derechos humanos es primordial en las comunidades vulnerables.
Su experiencia la ha llevado a impartir talleres diversos talleres, desde contraloría de la gestión policial en La Vega; periodismo humano; lenguaje para periodistas que cubren la emergencia humanitaria compleja con el acompañamiento de la organización “Acción Solidaria”; capacitación como prioridad en info-ciudadanía; activismo en redes sociales; periodismo digital y de derechos humanos; estos son los temas distintivos de su fundación. Desde “Caleidoscopio Humano” fomenta los valores de respeto, solidaridad, comunicación y sensibilidad por los individuos y sus derechos, sociabilidad, objetividad, no discriminación, igualdad, credibilidad, honestidad, unión, progreso y desarrollo.
Sin descanso y en cualquier lugar, exhorta a las personas a que se unan y trabajen más por sus derechos desde lo cotidiano. Explica: “Todos los días desde mis espacios, hago analogías de situaciones cotidianas que nos indignan con el hecho de que somos sujetos de derechos y por ende debemos defenderlos y exigir el respeto por ellos. Solo el activismo desde la empatía es indispensable para cambiar los abusos por la no repetición y lograr la justicia”.
Cuando se le pide comparar la Gran Caracas con otras regiones responde lo siguiente: “Es muy difícil hacer un diagnóstico social sin identificar algún indicador específico con qué compararlo, más en las condiciones actuales donde sabemos que las desigualdades se profundizan en las regiones y que los problemas son aún más graves precisamente por la invisibilidad que hay por la falta de alternativas de comunicación y de las denuncias”.
Las barreras que pudieran presentarse en su camino como periodista son solamente inconvenientes que puede y quiere sobrepasar siempre, ella piensa que esto depende de la experiencia y la disponibilidad que tenga cada quien en lograr sus objetivos. Dice: “Te pudiera decir que cualquier barrera es del tamaño que tú misma la puedas ver, al menos, eso es lo que me fijo yo para lograr el trabajo”.
Desde su labor como periodista, educadora, activista y defensora de derechos humanos percibe que son cada vez más los alumnos o colegas que capacita, gente que conoce y que motiva desde “Caleidoscopio Humano” para que surjan más profesionales de la comunicación reconociéndose también como defensores de derechos humanos. Expresa que es necesaria la instrucción en estos tiempos, hace hincapié en que se debe seguir capacitando, ya que siempre hay algo por aprender y la nueva generación de defensores debe estar preparada para los retos que vienen, que se sabe, son muchos en cuanto a la construcción de la memoria de todos los horrores que se están viviendo en Venezuela.
A aquellas personas que desconocen sus deberes y derechos les indica que: “El desconocimiento no exime de responsabilidad, les digo a todas las personas que es el momento de asumir que somos sujetos de derechos y por ende es el momento de la construcción verdadera de ciudadanía activa. Lo que estamos viviendo es una muestra de la concepción del pensamiento de esquivar responsabilidades y asumir que todo nos lo tienen que dar sin esfuerzo alguno. Informarnos y conocer de dónde viene la raíz de todo es nuestro deber”.
Buada se caracteriza por ser persistente, comenta que desde que tiene uso de razón habla en las colas, en el metro, en todos lados y tiene certeza que desde todos los espacios se puede incidir en las personas, que aunque el sistema nos lleve a no confiar en la denuncia, hay que hacerlas para dejar un precedente. Cuando le dicen que no está pasando nada o que la impunidad hace de las suyas, ella pone ejemplos como el caso de Linda Loaiza López, El Caracazo o el de Aracelis Sánchez de Ofavideh, este último suceso, que aunque no ha obtenido justicia por el asesinato de su hijo a manos de efectivos de seguridad, su dolor lo ha transformado en ayudar a otras madres a persistir y denunciar para que no sigan repitiéndose injusticias como esa.
El activismo a favor de los derechos de las mujeres es un activismo que ha asumido desde siempre, aunque no está como principio textual o visual de “Caleidoscopio Humano”, ella mantiene este enfoque como premisa y de manera general en los temas que toca. Todas sus publicaciones contienen enfoque de género o visibilizan el terror que todavía hoy viven las mujeres por no ser escuchadas o atendidas sino revictimizadas. Desde su fundación pretenden persistir en que dicho tema importe, por lo tanto, hacer conciencia es prioritario.
A su parecer, el panorama para las mujeres en la defensa por los derechos humanos en Venezuela solo puede ser ideal, a futuro y presente, si se asume como ciudadanía que la violencia de género es un problema cultural y que todos pueden hacer la diferencia con educación y exigibilidad desde el respeto por estos derechos y a las leyes como el alto a la discriminación y no revictimización.
Hace énfasis en que los ciudadanos deben fomentar la equidad de género exigiéndola. Afirma: “Nunca exigimos firme y fuerte, con seguimiento. No podemos permitir que se nos siga irrespetando las conversaciones con personeros políticos que se interesan en el tema de la equidad de género previamente a alguna campaña electoral y después abandonan el tema porque están resolviendo lo “urgente” y el tema de la mujer o de los derechos LGBTI son problemas de “primer mundo”. Debemos extrapolar la realidad que vivimos diferenciando en género y alzar nuestras voces con fuerza por el respeto de nuestros derechos”.
En Amnistía Internacional, sección Venezuela, organización de la cual forma parte Gabriela Buada Blondell, es Defensora de la Mujer, cargo que ejerce con la intención de renovar el activismo de los derechos de las mujeres y despertar el interés en el activismo joven. Una gran responsabilidad que asumió en el año 2018 y aunque es interna de la organización, la representa con orgullo y de la manera más activa posible.