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Personas que viven en zonas de la llamada franja fronteriza brasileña. Foto: © Marcelo Camargo / Agência Brasil

Desafíos compartidos en municipios de la frontera brasileña

Cerca de 11 millones de brasileños viven en la franja fronteriza

Por: Lucas Pordeus León / Agência Brasil

Para cerca de 11 millones de brasileños, las elecciones municipales son también una cuestión internacional, ya que estas personas viven en zonas de la llamada franja fronteriza. El área representa el 16% del territorio nacional, con una anchura de 150 kilómetros a partir de la línea que divide Brasil de sus diez vecinos sudamericanos.

Personas que viven en zonas de la llamada franja fronteriza brasileña. Foto: © Marcelo Camargo / Agência Brasil
Personas que viven en zonas de la llamada franja fronteriza brasileña. Foto: © Marcelo Camargo / Agência Brasil

Expertos consultados por Agência Brasil destacan que la realidad municipal de la frontera tiene una dimensión internacional que exige de los alcaldes y concejales habilidades diplomáticas y un buen enlace con los gobiernos federal y estatal.

“Los municipios tienen que desarrollar una diplomacia paralela que exija el debate a ambos lados de la frontera sobre la eliminación de residuos sólidos, la recaudación de fondos, el transporte escolar y la lucha contra el dengue, por ejemplo”, explica el profesor Tomaz Espósito, coordinador del máster en Fronteras y Derechos Humanos de la Universidad Federal de Grande Dourados, en Mato Grosso del Sur.

En la franja fronteriza hay 588 municipios. De ellos, 124 están en la línea que divide Brasil de Venezuela, Paraguay, Bolivia y Argentina, entre otras naciones. Además, hay 33 “ciudades gemelas” en Brasil, que son municipios con una fuerte integración con una ciudad del país vecino. Son, por ejemplo, Guajará-Mirim (Rondonia) y Guayaramerín, en Bolivia; Ponta Porã (Mato Grosso del Sur) y Pedro Juan Caballero, en Paraguay; y Pacaraima (Roraima) y Santa Elena de Uairén, en Venezuela.

Los municipios fronterizos se enfrentan a retos específicos, como la inmigración, el contrabando internacional, la fuerte presencia del crimen organizado, la falta de proyectos de desarrollo económico local y las altas tasas de abandono escolar.

Inmigración y vivienda

Las políticas municipales de vivienda asequible pueden resolver los problemas que la inmigración ha traído al estado de Roraima, afirma la agricultora familiar Maria Ferraz de Matos, de 53 años. Ella coordina la Cocina Solidaria del estado, un proyecto del Movimiento de Trabajadores Sin Techo (MTST) que ofrece comidas gratuitas a personas que viven en la pobreza.

“Caminas por Boa Vista y encuentras a mujeres, hombres y niños venezolanos durmiendo en el suelo. Aquí tenemos una enorme escasez de viviendas. También hay muchas familias brasileñas que viven de trabajos esporádicos para pagar el alquiler y vienen a comer aquí, a la Cocina Solidaria”, explica.

El intenso flujo migratorio ha encendido los ánimos entre brasileños y venezolanos en Roraima. “Los brasileños se enfadan porque creen que los venezolanos tienen más derechos que ellos. A menudo tengo que mediar en conflictos entre los dos grupos”, dice Maria Ferraz.

Para la coordinadora, los gobiernos municipales deben promover políticas de vivienda que ayuden tanto a brasileños como a venezolanos. “Aquí hay mucha tierra que podría utilizarse para políticas de vivienda. Pero como los venezolanos no votan, parece que los candidatos no se preocupan por ellos”, afirma.

Promover políticas de vivienda es un deber constitucional que también incumbe a los municipios, según determina el artículo 23 de la Constitución brasileña.

Integración latinoamericana

El párrafo único del artículo 4 de la Constitución, que define los principios de las relaciones internacionales del país, establece que Brasil “buscará la integración económica, política, social y cultural de los pueblos de América Latina, con vistas a la formación de una comunidad latinoamericana de naciones”.

El profesor Tomaz Espósito señala que la integración se produce a diario en los municipios fronterizos y sugiere que los gobiernos municipales promuevan proyectos para que la población brasileña pueda ser atendida en el país vecino y viceversa.

“En la frontera Brasil-Uruguay ya hemos visto proyectos en los que hay intercambio de servicios médicos, con brasileños yendo a Uruguay para tomografías y uruguayos haciendo hemodiálisis en Brasil. Se pueden crear mecanismos para que la frontera deje de ser un obstáculo y se convierta en integración. Brasil empieza en la frontera”, afirma el experto.

Para el presidente del Instituto para el Desarrollo Económico y Social de las Fronteras (Idesf), Luciano Stremel Barros, los municipios por sí solos no tienen la estructura financiera y administrativa para hacer frente a los graves problemas de las fronteras de Brasil, por lo que las autoridades locales deben tener una buena capacidad técnica y de gestión.

“El punto principal es buscar gestores que tengan capacidad o que puedan, junto con la sociedad, tener las condiciones técnicas mínimas para trabajar en aspectos legislativos y administrativos. Así como el país pierde en corrupción, también pierde en mala gestión”, dice el presidente del Idesf, con sede en Foz de Iguazú (Paraná), frontera con Paraguay.

Los brasileños acuden a las urnas el próximo domingo (6) para elegir alcaldes y concejales.

Karla Ávila Morillo

Karla Ávila Morillo

Periodista, locutora, activista ciudadana, directora de Fundación Lucelia

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