#CuentaTuHistoria
La vida no es nada fácil, esa es una verdad indiscutible. Aún más, cuando nos toca atravesar situaciones adversas; sin embargo, de alguna parte de nuestro ser, logramos sacar la fuerza necesaria para ponernos de pie y avanzar a pesar de las dificultades. Esto es lo que se conoce como resiliencia.
Ser defensor o activista de derechos humanos es un desafío constante. Y probablemente esta es la característica que más me atrae de ello, que día a día los defensores y activistas de derechos humanos debemos enfrentarnos a nuevos desafíos y encontrar la forma de sobrellevarlos para alcanzar nuestras metas.
Esto se reafirma hoy más que nunca, donde muchos de nosotros nos encontramos superando, de formas muy diversas y creativas, una situación tan adversa como la pandemia por el coronavirus (COVID-19), ya sea para mantenernos en pie nosotros mismos o para ayudar a otros en la medida de nuestras posibilidades.
A lo largo de mi vida y aún mucho más cuando inicié mis estudios de derecho, comencé a interesarme por los temas relacionados con los derechos humanos y el desarrollo social y político de mi país, por lo que el trabajo social se convirtió en una de mis más grandes pasiones.
En Venezuela en el 2014 presencié como se profundizaba la violación de los derechos humanos, sobre todo cuando asistía a las protestas en contra del régimen. En ese momento inicié un proyecto para la reconstrucción de Venezuela, basado en la lucha contra la corrupción y el respeto a los derechos humanos, pero lamentablemente por la grave crisis política, económica y social que vive Venezuela desde hace más de dos décadas, en 2018 tuve que huir a Ecuador donde me encuentro actualmente, pero ello no me hizo desistir de mi pasión que es la defensa y promoción de los derechos humanos.
El hecho de haber tenido que salir huyendo de Venezuela, el país que me vio nacer, donde crecí, me forme como profesional y tengo a toda mi familia, donde me desarrollé como ser humano. La cercanía con la crisis y el sufrimiento de nuestros hermanos venezolanos que huyen de la crisis humanitaria compleja que vive en mi nación y la empatía con las personas más vulnerables que necesitan ayuda, me llevó a unirme como voluntaria a la Pastoral del Migrante de la Iglesia Don Bosco aquí en Quito, desde donde alimentamos el compromiso solidario para luchar por la dignidad y los derechos de nuestros hermanos tanto venezolanos como de otras nacionalidades y más recientemente me uní a la fundación Lunita Lunera, una organización de la sociedad civil en Ecuador sin ánimo de lucro, que desde el sentir-pensar-actuar de la educación popular pretende contribuir a la construcción de una cultura de paz; entendida como un proceso de transformación social comunitaria. Donde se apuesta por una sociedad más inclusiva, basada en la justicia social y la equidad.
Ante el confinamiento, el contacto directo con la gente se vio alterado, lo cual me generó la necesidad de incursionar en recursos virtuales para seguir desarrollando mi pasión que es defender y promover los derechos humanos. Con el objetivo de volver el confinamiento más productivo y entretenido, comencé una serie de estudios (cursos, talleres, diplomados, clases por zoom, foros chats, etc), para poder seguir en contacto con la comunidad, compartiendo conocimientos en derechos humanos, violencia de genero, cultura de paz y otros temas diversos, desde “la comodidad de la estadía en casa” (léase cuarentena).
Así nació, en junio del 2020, La Revista Digital Inalienable, como una alternativa a las clásicas actividades que solía hacer para defender y promocionar los derechos humanos y denunciar sus violaciones antes de la pandemia.
Tener la fe y la esperanza de que podemos generar un cambio social en la gente, en el sentido de la Justicia, buscando la transformación de las estructuras injustas y corruptas que provocan la pobreza, la ignorancia y la destrucción de un país y convertirlo en un país libre, digno y respetuoso de los derechos humanos, definitivamente fue el motor que de inmediato me movió a unir esfuerzos junto a mi hija y mis amigos de La Red de Derechos Humanos del Estado Lara, a materializar éste maravilloso proyecto de crear una revista trimestral, completamente gratuita, donde se pueda promocionar, documentar, denunciar, difundir los derechos humanos y lo más importante: ofrecer propuestas y soluciones desde una perspectiva positiva, a todas las víctimas de violación de sus derechos fundamentales en los aspectos jurídico, psicológico, espiritual, educativo, informativo y motivacional, a través de talleres virtuales, foro-chats, encuentros por zoom, etc.
Además de ofrecer una ventana a todas las víctimas, organizaciones, asociaciones civiles, fundaciones, activistas y defensores de derechos humanos para que puedan expresar de manera libre y gratuita, todas sus inquietudes, denuncias y propuestas que lleguen al mayor número de personas posibles. Colaborar con la construcción de un mundo más justo y más humano, que debe ser la misión más importante de nuestras vidas.