Por: Carlos Reverón Boulton
Don Alejandro Nieto es un reconocido Catedrático de Derecho Administrativo español. Sus obras y enseñanzas, siempre vigentes, así lo demuestran. Entre ellas cabe destacar su imprescindible libro de Derecho Administrativo Sancionador y otros de profunda reflexión como Los Sucesos del 34, La Organización del Desgobierno, Corrupción en la España Democrática, Crítica de la Razón Jurídica y muchos más. Ver.
Mención a parte creemos que debemos referirnos a El Derecho y el Revés, en el que mantiene una relación epistolar, sencilla, honesta con otro reconocido profesor como lo es Tomás Ramón Fernández, mediante las cuales mantienen una activa correspondencia en al que pasan revista al comportamiento de los abogados, jueces, funcionarios y profesores de hoy, a sus servidumbres y grandezas cotidianas e institucionales. Al hilo de estas cartas van apareciendo cuestiones esenciales de la función y de la práctica del Derecho: la ética del abogado frente a los intereses individuales del cliente, la vinculación del juez a la ley, la utilidad de la técnica jurídica, la discrecionalidad y la arbitrariedad, la justicia, la razón y la sinrazón de las profesiones jurídicas, la responsabilidad individual y social de los juristas. Ver.
En este año 2022 nos regala lo que se asoma como su último libro, lleno de reflexiones de un profundo conocedor del derecho, pero más importante aún de alguien que valora la vida, la honestidad y demás altos valores que deben permear a la sociedad para evitar que se siga tristemente destruyendo ante nuestros ojos como sucede -muy lamentablemente- hoy en día.
Dice, en esta magnífica obra, que a los noventa años, torpes de pies y cabeza, no tenemos más opción que la de seguir adelante a tientas hasta que la máquina se pare definitivamente, que no tardará mucho. Lo único que se nos pide es estorbar lo menos posible. Y lo único que pedimos nosotros es tener un rincón tranquilo donde poder descansar meciéndonos en nuestros recuerdos cada día más intensos aunque más turbios. Médicos y cuidadores se encargarán de lo demás. Nunca faltará alguien que se encargue de hacer cenizas nuestro cuerpo y papeles y de dispersarlos en el viento. El mundo seguirá rodando sin apercibirse de que nos hemos ido. Pero hasta entonces nadie podrá quitarme la libertad de hablar aunque nadie me escuche, de escribir aunque nadie me lea, de pensar por mi cuenta aunque a nadie le importe lo que llevo en la cabeza. No son caprichos costosos, pues puede asumirlos la Seguridad Social sin arruinarse.Hoy me siento físicamente próximo al horizonte, al que casi puedo tocar ya con mis manos. Un horizonte que es el cierre inexorable del futuro. No una puerta que se abre a un destino desconocido sino un pesado portón que se entorna definitivamente. Lo que queda no es más que calderilla. En la elegante expresión cervantina estoy escribiendo “con un pie ya en el estribo”. Ver.
Pienso que antes de morir hay que hacerle un justo y merecido homenaje. Creo que realmente es un deber rendirle un reconocimiento, pues se trata de un ser lleno de sabiduría, sus ideas y pensamiento perdurarán en el tiempo por su importancia y trascedencia sobre el derecho, al que analizó no como es sino como debería ser. Gracias, maestro, quisiera a los noventa años tener la lucidez y sapiencia que nos enseña. Es un ser profundamente reflexivo que siempre acompañará a los autores que pretenden difundir sus ideas valientemente, con honestidad intelectual y crítica.
Por último, debemos anotar que José Esteve Pardo escribió sobre la obra de este jurista en la Revista de Administración Pública, 219, septiembre – diciembre (2022), pp. 217-230. La monografía gira en torno a cómo Nieto ha dibujado la formación del Estado en España en el siglo XIX. Ver.