#OpiniónCiudadana
Tiempos complejos ha vivido la humanidad durante los últimos meses debido a la pandemia mundial por Covid-19, una crisis sanitaria que surgió sin aviso y sin tener precedentes de tal magnitud en décadas anteriores, que pudieran alertar a la sociedad sobre las graves consecuencias que se originarían en la emocionalidad humana y, en la ejecución de la labores diarias: incertidumbre sobre el futuro, escuelas y puestos de trabajo cerrados, aceleración de la crisis económica en muchas regiones vulnerables, aumento de la brecha tecnológica y, principalmente, falta de acceso a servicios médicos y vacunación en muchas zonas, llegando a abarcar la realidad de muchos países.
El Covid-19, sin duda alguna, ha descubierto muchas situaciones adversas que sufre la población en todo el planeta, especialmente en las naciones con altos índices de pobreza e insatisfacción de las necesidades básicas. No obstante, a pesar de la dificultad que ha acarreado la propagación de este agresivo virus, muchas han sido las opciones que se han manejado para crear las vacunas necesarias para combatir y disminuir los efectos que esta enfermedad genera en el organismo humano, así como, para mitigar los contagios masivos y frenar la mortalidad.
Hoy día, muchos son los aspectos que se han trastocado a raíz de la propagación del virus, moviendo fibras y haciendo repensar aquellos principios que de manera innata se encontraban en el colectivo, haciendo que gran cantidad de personas se cuestionen si es correcto anteponer sus deseos, como el de no vacunarse o posponer la aplicación del antígeno. No obstante, al ser una pandemia agresiva y de carácter mundial, es obligatorio considerar la salud pública y el bienestar social, antes que cualquier interés o temor individual.
Ahora bien, ¿cómo deben actuar los Estados ante esta situación? ¿Cómo pueden promover y proteger los derechos humanos relativos a la salud? Respecto a estas interrogantes, las Naciones Unidas han exhortado a los países a tomar medidas extraordinarias para proteger la salud de sus habitantes, abordándose no sólo lo relativo al caso sanitario sino también las demás implicaciones que en Derechos Humanos se puedan observar, como por ejemplo, las cuestiones de género y discriminación que puedan manifestarse en los grupos sociales. Asimismo, la vulnerabilidad de algunos sectores de la población no puede ser una excusa para la falta de atención médica, sino que por el contrario, deben tomarse todas aquellas estrategias que sean beneficiosas y pertinentes para procurar una mejor accesibilidad a tratamientos y medicinas oportunamente. Igualmente, es importante destacar el trabajo permanente que se debe realizar para registrar y evaluar los casos de contagios por covid-19, reinfecciones y afecciones secundarias que se puedan generar por la vacunación, todo en pro de estudiar la efectividad de las medidas y estrategias sanitarias que se estén tomando en cuenta.
A pesar de estas consideraciones, también es menester tomar posiciones en cuanto a cómo la vacunación podría afectar los derechos humanos como tal: ¿La falta de acceso a las vacunas implica una violación de DDHH por parte del Estado? ¿La ralentización en el suministro de dosis afecta los derechos de la población? ¿Los Estados vulnerables están siendo desmejorados? Efectivamente, existe un vínculo entre la vacunación contra el Covid-19 y los Derechos Humanos, puesto que, es una medida estratégica que persigue de forma directa garantizar una mejor calidad sanitaria en la población a medida que se genera la aplicación paulatina de dosis en los grupos sociales, igualmente representa un compromiso general entre las naciones y la comunidad científica para con la población mundial; sin embargo, en el momento de la distribución, los gobiernos son los responsables del reparto equitativo y justo, además de tener como obligación primordial, la organización y funcionalidad del sistema de salud ante las diferentes eventualidades que se suscitan. De igual forma, debe existir una cooperación clave entre los Estados, la población y los diferentes entes involucrados en el proceso de vacunación anticovid, debido a que, aquellos aspectos sobre permisos, restricciones, protecciones y mecanismos legales, entre otros; deben ser reevaluados con la finalidad de una mayor celeridad y eficiencia.
Es trascendental que el acceso a la vacunación sea oportuno, justo y real para todas y cada una de las naciones, pues, más allá de un asunto de Derechos Humanos, se trata de la única medida coherente para frenar de manera efectiva la fatalidad de esta pandemia que ha sido y se vislumbra como un el hecho más negativo del siglo XXI.
