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Inesperada cuarentena #CuentaTuHistoria

Un microscópico virus ha detenido el mundo entero repentinamente, cuando se activó sin control desde el pasado mes de diciembre en China, la gente, solo debe quedarse en casa para evitar la propagación, parece fácil pero no lo es, se trata de convivir en familia o vivir con la familia. Un ejercicio de tolerancia y comprensión o introspección, ahora mismo pienso en los hermanos y amigos del mundo que por motivos ajenos a su voluntad se encuentran en soledad o han perdido la vida.

La oración diaria, me fortalece y motiva a seguir caminando para llevar la buena noticia a todos, pues somos luz en medio de la oscuridad. Hoy más que nunca, me siento comprometida a ser, la voz de los que no tienen voz, aunque con cautela  y mucha prudencia, quiero aportar mi granito de arena para superar esta prueba.

Cada jornada, parece monótona y aburrida, sin embargo, tiene su momento mágico: observar, contemplar, reír, bailar, llorar, anhelar, recordar, sentir en la distancia, me ha enseñado a valorar los detalles y las pequeñas cosas.

Esta Semana Santa, será inusual, pero la fe de cada uno se pondrá de manifiesto, que permite, favorece, regala y concede; aquel que hace milagros, pero no hace magia, vive día a día, en nosotros y con nosotros.

El tiempo trascurre sin pedir permiso, se va sin regresar, es ahora y no después. Por eso, es importante, buscarle un puesto a cada cosa y poner cada cosa en su puesto: sentir, pensar, hacer y no postergar. La vida, es un ratico nada mas, solo Dios sabe si nos va alcanzar, somos finitos y vulnerables, no eternos.

Reflexionar, compartir, expresar, escuchar y analizar, lo hace todo más liviano, aunque en el fondo, deseo con desesperación volver a la sana rutina y su particular normalidad; romper distancias, salir corriendo, abrazar, besar, acariciar y gritar que todo termino, para luego, contar que no fue una pesadilla sino una realidad temporal, muy pesada.

Increíblemente, el mundo se detuvo, si, se detuvo, por un virus, al que todo el mundo teme y héroes anónimos enfrentan a diario, en silencio, para disminuir su letal e inminente poder. Creo, con plena convicción, que existe, para fortuna de todos los habitantes del inmenso planeta azul, la Divina Providencia, pues, gracias a ella, en esta particular contingencia, hemos podido sobrevivir y sentir los efectos de la más sincera y desinteresada bondad solidaria, que brota de cada uno de nosotros en el momento oportuno.

En Venezuela, como en el resto del mundo, se viven terribles momentos de dificultad, escasez, agonía y dolor, sumado a esto, una emergencia humanitaria compleja, cada vez más aguda, que no terminará con el fin de esta pandemia. Elementos básicos que indican la normalidad en otros países, aquí, simplemente están ausentes y disparan los niveles de pobreza extrema, desnutrición y analfabetismo, por mencionar algunos.

Aunque las redes sociales, se han convertido en grandes aliadas al permitir una aparente normalidad, es increíble cuan dependientes somos de eso, que hace ya mucho tiempo llego para quedarse llamado internet, y con él, la tecnología que no dejara nunca de avanzar y sorprendernos, para demostrar con determinación lo inútiles que somos sin ella.

Dentro de lo malo, siempre hay algo bueno, hemos regresado involuntariamente a la infancia, una real aproximación entre niños y adultos, nos permite, hoy: jugar, leer, escribir, cantar, rezar, cocinar, limpiar, lavar a mano,  con el fin, de entretener y educar a los más pequeños, que deben combinar los deberes escolares, los quehaceres del hogar y su tiempo libre en casa.

Para hacer más llevadera esta particular situación, que nos hermana como habitantes del planeta tierra, hemos de darle rienda suelta a nuestra imaginación: pintar, crear, recrear y transformar espacios, es vital, para ello debemos trabajar en equipo dejando brotar naturalmente la energía de cada uno, como sujetos genuinos de la creación divina.

Tropezar con objetos de particular valor sentimental, nos recuerda que todo tiempo pasado fue mejor, así mismo el espíritu nos alienta a creer, desde el corazón y con firmeza en la esperanza de un futuro mejor, sin miedos ni dudas. Sentir cómo pasa el tiempo y nos deja simples momentos, reflejo de nuestra temporal presencia terrenal es una lección de vida, que nos invita con sutileza a disfrutar de cada instante y descontaminar en lo posible, nuestro entorno para entonces, encontrar la paz en el camino de cada día, al descubrir el carácter efímero de la vida.

Mantener una adecuada higiene personal, lavarse las manos, usar guantes y tapaboca son las recomendaciones generales de la Organización Mundial de la Salud, para evitar la propagación del virus que ahora mismo nos mantiene confinados en casa, sin saber con certeza, ¿por cuánto tiempo se mantendrá esta alerta sanitaria mundial?. Mientras, seguiremos haciendo, un silencioso viaje, al interior de nosotros mismos, para ver cada mañana en el espejo lo mejor o lo peor de la pandemia.

Solo nos queda; creer, crear, confiar y caminar sin dejar de ser mejores. Crecer para mantener vivos los sueños, que nos motivan a seguir adelante y luego, decir con sorprendente valentía, a las generaciones por venir, yo estuve allí.

Deseo, que el amor propio y colectivo sea el motor de nuestras vidas, al final es el legado real de cada ser en su paso por este mágico, maravilloso y noble planeta azul. La mente es muy poderosa, pensamientos positivos atraen cosas positivas y en definitiva, el agradecimiento sincero es mejor que la queja constante.

Como periodista se ha puesto a prueba mi capacidad de aceptación y adaptación al cambio, lo que en ocasiones daba por sentado de repente no es así y, ¿qué hacer? En principio debo confesar que sentí miedo pero al mismo tiempo decía no me puedo paralizar hay que seguir y con los días el trabajo, ha sido un tanto diferente implica un reto que asumí con el único objetivo de educar e informar a la población desde el lugar de los hechos siendo testigo directo de la soledad reinante que me arruga el corazón y produce en mí una interrogante: ¿vale la pena tanto riesgo? pero al final del día ocurre que si, pues, me voy a la cama con un sentimiento que no tiene precio, la satisfacción del deber cumplido, dando gracias al creador por sus bendiciones, protecciones y orientaciones.

Bendiciones para todos de Minenna Lozada. Periodista. Estado Mérida #CuentaTuHistoria

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Red de Activistas ciudadanos por los DDHH promoviendo democratización de los DDHH

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