Vivir en un país con emergencia humanitaria compleja no es fácil, se trata de existir en un vaivén de contrastes. Entender esta dinámica diaria es complejo, por eso es que el compromiso conmigo misma, con Fundación Lucelia y con Venezuela va de la mano con los valores humanos aprendidos, aquellos que durante el contexto de pandemia, se traducen en perseverancia, centrarse en lo que realmente es uno como persona, respetarse a sí mismo como a los demás y tener disciplina para poder lograr las metas.
Otros aspectos transcendentales son: escuchar y observar; siempre recomiendo a mis alumnos que se sensibilicen, sobre todo aquellas personas que estudian o ejercen el periodismo, es razón de peso, tener una perspectiva más humana, no solo cumplir con las asignaciones, la magia está en conectarse con otras personas, ver los detalles de cada testimonio de vida y enaltecer esa condición de personas diferentes en características pero iguales en humanidad.
Es por ello que desde la fundación fomentamos el autocuidado para poder seguir adelante en este país y continuar fomentando el respeto a los derechos humanos, para eso nos apoyamos en las tecnologías de información y comunicación como herramientas elementales para seguir educando durante la contingencia relacionada con la cuarentena o aislamiento social que nos impide salir de nuestras casas por ahora.
La situación actual nos demanda trabajar con mayor ahínco para dar lo mejor al prójimo, la única meta es ver brillar a Venezuela en libertad plena de ser un país mejor del que teníamos hace veinte años, momento aquel en el cual se tomaron las peores decisiones de nuestra historia moderna, pero que estamos seguros que vamos a hacer renacer con la mejor disposición para levantarnos al unísono hacia la prosperidad de los unos y los otros. Para eso educamos, por eso siempre decimos: “A mayor dificultad, mayor compromiso”, debemos apuntar a la excelencia aun cuando vivimos en un país con grandes dificultades de todo tipo.
