Dice Hillar (2014), “…sin vida digna, no existe el ser humano, por lo tanto la vida, más que un derecho, constituye una cualidad inseparable, de la condición humana, y presupuesto indispensable para su existencia, y de los otros derechos humanos.”
En primer momento, es importante comenzar aclarando que siendo el derecho a una vida digna un derecho humano, es decir, reconocido a cada persona por el simple hecho de ser tal, nos preguntamos, ¿goza realmente el pueblo del estado Táchira de una vida digna?
La respuesta, lamentablemente, es negativa, ya que actualmente existen innumerables problemáticas que impiden totalmente siquiera el llevar una vida “normal”, como podrían mencionarse, las interminables horas en que se ve interrumpido el servicio eléctrico, por la deficiente prestación de servicios públicos, el derecho a la salud por las precarias condiciones en las que se encuentran los centros asistenciales y el difícil acceso a los medicamentos, la alimentación que se ve afectada por los elevados precios, teniendo los ciudadanos que cruzar la frontera Colombo-Venezolana para tener acceso a ellos a un menor costo, sometiéndose incluso a riesgos al pasar por las llamadas “trochas” que no son mas que pasos ilegales controlados por sujetos al margen de la ley, la escasez de gas doméstico que ha llevado al pueblo a las calles exponiéndose de esta manera a las represiones brutales por parte de los órganos policiales, como en el caso sucedido hace muy poco tiempo con el adolescente Rufo Chacón, y así un sinfín de situaciones que se viven a diario en el estado fronterizo, será tema de este articulo para ilustrar una de las tantas problemáticas que se viven específicamente en nuestro estado.
Esto, sin dejar de lado el tema del difícil acceso al combustible que vive a diario los ciudadanos pertenecientes al estado, quienes se ven sometidos a pasar innumerables horas que terminan convirtiéndose en días en una cola de miles de cuadras para poder surtir sus autos de combustible, quedando expuestos a la inseguridad y de mas peligros que representa pasar 24 horas del día en las calles de la ciudad, derivado de esta problemática también se ve afectado el derecho al trabajo, ya que las personas que se ven obligadas a realizar este tipo de colas deben paralizar sus actividades laborales, dejando de percibir ganancias por el tiempo que pueda durar la misma, representado esto para los tachirenses un desgaste no solo físico sino mental, ya que la condición de vida a la que actualmente estamos sometidos, “resolviendo” el sinfín de problemas que a diario se presentan nos coloca muy lejos del concepto ideal de vida digna.
Muy probablemente se preguntaran, ¿es realmente esto una violación de Derechos Humanos? La respuesta es un gran ¡SI! Ya que como anteriormente se dijo, el derecho a una vida digna se encuentra garantizado, incluso podemos notar en las diversas definiciones de los DDHH siempre se habla de que son “el conjunto de libertades, prerrogativas, facultades, inherencias, o reivindicaciones atribuidas al ser humano, gracias a dicha condición, en aras de garantizar y promover una vida digna” es decir, todo va orientado en tener una calidad de vida, bajo estándares adecuados, siendo el deber del estado proveer de garantías de acceso a la misma.
Sin embargo, en la práctica, lejos de cumplir con sus obligaciones, se hace caso omiso al padecimiento diario de los ciudadanos, e incluso por medio de sus órganos policiales arremeten contra los ciudadanos cuando intentar alzar su voz exigiendo lo que son sus derechos.
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