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Resiliencia comunitaria y empatía

La empatía es una emoción social compleja, definida como la capacidad de identificar las emociones y pensamientos de otra persona, y responder con una emoción adecuada (Baron-Cohen & Wheelwright 2004). En 1959 Carl Rogers define empatía como la habilidad de percibir la estructura interna de referencia de otra persona con precisión, “como si” se tratara de la otra persona.
El modelo multidimensional de la empatía (Davis, 1983) describe la empatía afectiva como el resultado del proceso pasivo al experimentar una emoción más o menos similar, y que si no se regula correctamente genera sentimientos intensos de dolor y sufrimiento. Mientras que la empatía cognitiva es el resultado del proceso activo en el que compartir las emociones lleva a un mejor entendimiento del sujeto observado. La empatía cognitiva es exclusiva del ser humano y sirve para ejecutar una conducta apropiada de ayuda al otro. De esta manera al comprender “al otro” se percibe el mundo de manera diferente y desde diferentes perspectivas.
En la empatía genuina la cognición y la emoción se expresan de forma moderada, es decir, se superponen los dos componentes de la empatía (Hojat et al., 2011). Batson & Shaw (1991) proponen que la empatía genuina implica una conducta de ayuda a los demás, motivada para reducir el malestar del “otro”, y la distinguen de la empatía centrada en “uno mismo” en la que la conducta de ayuda es para reducir el propio malestar. La diferencia entre sentir malestar o sentir empatía radicaría en la habilidad de la toma de perspectiva, es decir, en aprender a ponerse en el lugar del “otro” pero sin perder nunca la condición “como si” a la que aludía Rogers.
La regulación emocional es esencial en la empatía porque permite mantener una clara distinción entre nuestras propias emociones y aquellas que pertenecen a otros (Filipetti, 2012).
Por todo lo antes expuesto es necesario adquirir habilidades blandas que permitan el desarrollo de la empatía con un enfoque de derechos humanos y con ello manifestar la solidaridad con nuestro prójimo.
Discernir sobre el término resiliencia, orienta hacia la capacidad humana de hacer política social, amen que incursa en otras esferas de la sociedad humana donde cunden cambios y principios que interactúan para crear unas resistencias sostenibles. Precisa la resiliencia la forma como resistimos las adversidades para sobreponernos ante los conflictos. Es una asimilación sincera de soportar toda crítica, toda opinión, toda tentación, todo atropello que al final hace parte de la responsabilidad que lleva una gestión pública, política o social.
La resiliencia comunitaria implica posibilidades de restituir los efectos de las afrentas sociopolíticas que agobian de manera muchas veces sostenibles. Ello conlleva a crear alternativas de acción colectiva como asociaciones en comunidad para darnos cuenta como los obstáculos impiden organizarse, desarrollando la conciencia crítica, En otras palabras, la resiliencia permite reconocer errores, corregirlos posibilitando de manera eficaz la asociación comunitaria, único medio que se antepone a la ingobernabilidad y a toda crisis.
En la resiliencia el ser humano aprende de los obstáculos, para así abrir caminos y exigir creando nuevos espacios para encontrar oportunidades. La memoria histórica sirve para construir recursos frente a las controversias, frente a las adversidades creadas por los desamparos sociales. Se dice que la resiliencia es también la capacidad de resistir, de soportar los oleajes resultantes de los cambios.
La resiliencia ofrece una reconstrucción histórica integral, donde es parte la naturaleza y a esa reconstrucción accede la sociedad.
La realidad de la resiliencia es dinámica, opuesta a las jerarquías y poderes que deshumanizan, fortaleciendo al pensar lógico para los cambios, la creatividad, la causa justa, enfrentando los entornos agresivos con pragmatismo.
La resiliencia aporta estabilidad social con vías de transformación, con gestiones contra lo que haga daño a la dignidad del hombre y de la naturaleza, a sus principios rectores.
Seremos más humanistas, más ecologistas, más servidores en la medida que estemos dispuestos a resistir frente a todo embate, frente a todo extremo social, político o espiritual. El aporte y el conocimiento resiliente nos lleve a formas de vivir justas, de toda aceptación. La resiliencia nos prepara para todo eventual conflicto que nuestra sociedad actual está viviendo. Aceptemos el reto, restableciendo la unidad orgánica, propia de las instituciones y mecanismos sociales y con resiliencia hagamos un frente común, un frente unido con pensamientos claros, sin egoísmos, sin individualismos, donde solo importe el hombre.
Mayela Carrillo
Ig Mayela Carrillo Blanco
Mayela Carrillo

Mayela Carrillo

Formé una ONG No Permitas Malos Tratos luego de mi recuperación de una violación. Fui Tesorera por 8 años de Amnistía Internacional, cargo que desempeñe hasta mayo 2015. Soy Consultora de DDHH, experta en Posconflicto y atención a la víctima.

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