Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.

La realidad de las mujeres lesbianas en Venezuela

Históricamente las mujeres hemos sido sometidas al ostracismo, a la violencia, a la exclusión, a la esfera de lo privado, a cumplir, muchas veces en contra de nuestra voluntad, con roles sociales impuestos por la sociedad dominada por los hombres.

No ha sido diferente para las mujeres lesbianas, por el contrario, hemos sido objeto de la misma discriminación que las mujeres heterosexuales y, además, por razón de nuestra orientación sexual, también por algunos de nuestros pares homosexuales.

Han pasado 40 años desde la creación del primer grupo gay, Entendidos y casi 30 desde el inicio del movimiento homosexual en Venezuela en 1989 con el Movimiento Ambiente, ambos dominados por hombres gay y con presencia mínima de mujeres colaboradoras. El surgimiento de Amazonas, Mujeres de Venezuela en 2001, nacía como una fuerza que pretendía darle voz a la mujer lesbiana y lo logro, por un tiempo.

Puedo entender, perfectamente, el temor que podemos sentir las mujeres lesbianas para salir a la esfera pública, a mostrarnos, a visibilizarnos. Si, temor al rechazo, a perder el amor de nuestra familia, a perder un empleo, a ser sometidas al escarnio público en una sociedad profundamente machista.  Son muchos los años, de señalamientos, de acusaciones de ser estigmatizadas como seres perversos, enfermas o pecadoras. Sin embargo, muchas mujeres en tiempos más difíciles tuvieron el coraje de ser auténticas y no esconder su orientación sexual. Mujeres como Christina, Reina de Suecia, Ana, la Reina de Gran Bretaña, Gabriela Mistral, Chavela Vargas, Teresa de la Parra, Martina Navratilova, Ellen DeGeneres y muchas más.

Pero hoy en día es algo que mundialmente hemos estado superando. Hoy en día contamos con la Declaración Universal de Derechos Humanos, con Pactos Internacionales, con los Principios de Yogyakarta, con un sinfín de leyes y recursos legales que nos protegen. Países que han ido avanzando en el reconocimiento de nuestros derechos. Todo esto no ha sucedido por arte de magia. Ha sucedido porque las mujeres lesbianas y hombres gays han salido a la calle. Han hecho lo que la mayoría de nosotras, las mujeres lesbianas en Venezuela, no nos atrevemos a hacer todavía, ser visibles.

Sin duda alguna, se han abierto espacios para las mujeres como consecuencia de muchos años de esfuerzos del movimiento feminista (heterosexuales, lesbianas, bisexuales, mujeres negras) y en alianzas con  otros movimientos sociales. Desde el derecho a la educación, al trabajo, al voto, a nuestros derechos sexuales y reproductivos.  Aún falta mucho por conquistar como la igualdad laboral, salarial, la igualdad de oportunidades y equilibrio de responsabilidades en el hogar entre muchos otros pendientes. Pero no nos caigamos a mentiras queridas hermanas, no nos engañemos, esas conquistas son todas orientadas hacia la mujer cisgenero heterosexual, femenina, blanca, de clase alta. En la esfera pública, nosotras las mujeres lesbianas con todas nuestras particularidades seguimos siendo invisibles.

Excepto por unas cuantas actrices venezolanas que han salido del closet y por quienes estamos en el ámbito de la defensa de derechos humanos o el activismo, para el común de la sociedad todas somos mujeres heterosexuales y así nos tratan. En las leyes contra la violencia, en las consultas ginecológicas, en las consultas médicas, en los planes de inclusión, planes de igualdad, planes de paridad, igualdad y participación política, en las demandas por derechos sexuales y reproductivos, en los planes educativos, planes económicos, en los anales de la historia, en los grandes hitos de la sociedad las mujeres lesbianas seguimos siendo invisibles.

Luego de treinta años de lucha por los derechos humanos: civiles, políticos, económicos, sociales y culturales del movimiento de derechos humanos en Venezuela y casi 50 de luchas LGBTI en el mundo (con referencia a las marchas), las mujeres lesbianas venezolanas no tenemos un movimiento sólido. Seguimos encerradas en nuestras casas. Seguimos encerradas en el closet, escondidas en las discotecas, limitadas al anonimato en  los chats, usando perfiles falsos y seudónimos en las redes sociales. Seguimos temerosas de que nos vean junto a una mujer lesbiana muy visible, o muy masculina o muy evidente por temor a ser identificadas como lesbianas.  Y aun estando en posiciones de poder las mujeres lesbianas optan por permanecer invisibles y prefieren ocultar su orientación sexual, aun cuando esta sea muy evidente para muchos.

Y, no, no voy a seguir depositando toda la responsabilidad en los hombres gay, al machismo, a las feministas heterosexuales. Tampoco pretendo culpar a las mujeres lesbianas, repito entiendo la historia de rechazo, pero ya es hora de superar ese pasado. Es hora de levantarnos de nuestros sillones,  es hora de salir de nuestro encierro. Es hora de ser visibles, es hora de salir a reclamar y a exigir nuestros derechos.  El momento es ahora. Son demasiados años de encierro, son demasiados años de ser invisibles. Pero cada una de nosotras debe admitir su cuota de responsabilidad.

Nadie está obligado a salir del closet, ese es un proceso individual y cada quien debe decidirlo a su justo momento y según sus circunstancias. Pero es una carga muy pesada eso de vivir una doble vida, de permanecer escondidas. Es un peso terrible mantener una parte importante de nuestras vidas ocultas. Ocultar nuestra felicidad al lado del ser amado, ocultar nuestra familia escogida, nuestra pareja,  ocultar hijos, de ser el caso. Nadie merece vivir con una parte de sí misma oculta.  Es mayor el peso de mantener una vida oculta que el de ser una mujer lesbiana visible.

Siendo visibles nos exponemos al rechazo, a la violencia, al desprecio, a rechazo familiar, a despidos, pero  estando en el closet nos enfrentamos a la exclusión, a la alienación, a la marginación, a sufrir daños físicos y psicológicos y terribles enfermedades como el cáncer producto de ese sentimiento de rechazo interno. La invisibilidad nos limita en nuestros derechos, nos limita como ciudadanas, nos limita en nuestra dignidad como seres humanos.

La decisión de ser visibles es nuestra, de cada una de nosotras, pero si decides hacerlo debes saber que cuentas con apoyo, no estás sola. Hay muchas más mujeres como tú, sal a la calle y miralas. Al igual que tú, están llenas de miedo pero si sales las encontraras y podremos entonces apoyarnos mutuamente. Las mujeres lesbianas podemos crear círculos de amistad, de sororidad y apoyo mutuo, pero para lograrlo debemos ser visibles.

 

¿Y que ganaremos siendo visibles?

Ganaremos paz, derechos, la posibilidad de amar en libertad, ganaremos placer, ganaremos dignidad, ganaremos salud, ganaremos plenitud.  Ganaremos amistades, nos ganaremos el respeto de los demás por vivir fuera del closet.

Es mucho lo que hay por hacer, siendo visibles podremos exigir nuestros derechos:

Podremos exigir se reconozcan legalmente nuestras familias lésbicas

Podremos exigir se garanticen los derechos de nuestros hijos.

Podremos exigir protocolos ginecológicos que contemplen nuestras prácticas sexuales.

Podremos pedir políticas específicas para luchar contra la discriminación por orientación sexual.

Podremos exigir que nos contemplen en los planes de prevención del VIH-SIDA y otras ITS.

Podremos exigir ser incluidas en la prevención del cáncer.

Podremos exigir que cuenten con nuestra realidad en los planes de igualdad.

Podremos exigir que haya herramientas específicas para abordar la violencia intragénero.

Podremos exigir  se nos incluya en los planes de planificación familiar en caso de desear ser madres

Podremos exigir que el día de la visibilidad lésbica sea una celebración anual

Podremos exigir ser incluidas en los estudios y análisis de la realidad, del presente y del pasado y que se hagan visibles en el currículo escolar.

Podremos ayudar a nuestros padres, familiares y amigas a entender mejor qué es eso de tener una hija, hermana, prima o amiga lesbiana.

Podremos contribuir plenamente al desarrollo de nuestro país.

Que sea este el comienzo de una nueva era. Un nuevo tiempo para las mujeres lesbianas venezolanas. Uno tiempo signado por el coraje de salir y dar la cara. De decirle al opresor que no permitiremos nunca más ser invisibles y ser discriminadas por ser mujeres lesbianas.

Es hora de levantarte y decir con coraje “soy una mujer lesbiana, me visibilizo para exigir mis derechos humanos”. Seamos todas juntas visibles para exigir nuestros derechos humanos.

Quiteria Franco

Quiteria Franco

Defensora de los derechos de las mujeres y personas LGBTI.

Más artículos del autor: